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Reportaje:

Cuba dulce

Un bombonero catalán jubilado abre en la isla una escuela de chocolatería con el apoyo de Vázquez Montalbán

¿Una escuela latinoamericana de chocolatería? Pues sí... O más exactamente, una Escuela Latinoamericana y del Caribe de Chocolatería, Pastelería y Confitería. Tan singular centro docente acaba de ser inaugurado en La Habana gracias a la idea y experiencia de Quim Capdevila, un chocolatero comunista catalán que llegó a Cuba hace ahora un año animado por el escritor Manuel Vázquez Montalbán.

El origen de esta universidad criolla de dulceros es bastante rocambolesco y se remonta al día en que Capdevila se jubiló. Tenía 63 años y acababa de traspasar el negocio familiar de bombones que regentó durante años en la ciudad de Vic. 'Creí que podía ser útil y gratificante transmitir los conocimientos adquiridos a lo largo de mi vida, y como siempre me sentí atraído por Cuba decidí que podía ser aquí'.

Al principio no sabía a quién dirigirse y Capdevila recurrió a su amigo Vázquez Montalban, compañero de militancia en el PSUC durante décadas. Montalbán, que dos años antes había escrito Y Dios entró en La Habana y tenía frescos sus contactos en la isla, lo envió a ver a Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, quien le orientó hacia dónde debía de dirigirse. Así llegó al Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia, construido a finales de la década de los ochenta con financiación de la FAO para ser centro de entrenamiento regional en el campo de los alimentos.

En el Instituto conoció a María Cristina Jorge, responsable de la Planta de Cereales y Molinería, y con ella dio forma al proyecto de la escuela.

'Poco después de la inauguración de nuestro centro vino la gran crisis en Cuba y tuvimos que dedicarnos a resolver los problemas del país', recuerda Jorge. 'Resolver los problemas del país'- aclara - 'significó inventar toda una serie de alimentos, como el yogur y los cereales elaborados a partir de la soja, gracias a los cuales la población subsistió los años duros del periodo especial'.

'Quim llegó en el momento justo, cuando empezábamos a recuperarnos de la crisis y queríamos aprovechar nuestra capacidad tecnológica', cuenta Jorge. El motivo de hacer precisamente una escuela de chocolatería de ámbito latinoamericano lo explica Capdevilla: 'En el mundo existen dos grandes escuelas profesionales de chocolatería, la Solingen, en Alemania, donde un curso de tres meses cuesta 15.000 marcos, y la Richardson, en EEUU. Las grandes multinacionales tienen sus propios sistemas de enseñanza, pero no existe ninguna escuela de formación asequible para la pequeña y mediana empresa de confitería en la región'.

Después de un año de preparativos, la escuela fue inaugurada el pasado 5 de marzo con un curso sobre 'tecnología de la transformación del cacao y la elaboración de chocolate', al que se inscribieron una veintena de alumnos de Colombia, México y Cuba.

Además de ser fundador de la escuela, Quim será uno de los profesores permanentes del centro junto a Ramón Morató, director de la Escuela Chocovic, y de Alberto Hueso y Mercedes Molist, profesores de la Universidad de Vic. El resto de los maestros son cubanos y la plantilla se completa con cuatro profesores adjuntos de Colombia, Brasil, Chile y Ecuador.

'El objetivo de la escuela es alcanzar la autofinanciación, no tiene ánimo de lucro', explica Capdevila. María Cristina Jorge agrega que el proyecto ha tenido una buena acogida entre las empresas chocolateras de la región, además de ser respaldado por la Diputación de Barcelona y la Universidad de Vic, que ya ha mostrado su disposición a canalizar ayudas y subvenciones para otros proyectos. La escuela ya tiene programados varios cursos para este año (sobre temas tan diversos como microbiología, análisis de peligros y puntos críticos en la industria del chocolate o chocolatería fina artesanal).

Las dificultades de trabajar en Cuba, ya se saben. 'La escasez de recursos, la precariedad de las condiciones de trabajo y la falta de tradición', dice Quim. Pero a este chocolatero comunista no le asustan estos retos; en 1973 Capdevilla fue detenido por la policía de Franco por hacer una mona de pascua en la que escribió en letras de chocolate los cuatro puntos de la Asamblea de Cataluña -libertad, amnistía, estatuto y coordinación -. Desde entonces no ha parado.

Quim Capdevilla (a la izquierda) da clases en la Escuela Latinomericana de Chocolatería.
Quim Capdevilla (a la izquierda) da clases en la Escuela Latinomericana de Chocolatería.M. VICENT

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