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Reportaje:

Arte nuevo para las llamas

El artista Martín Begué participa en una propuesta que busca renovar el lenguaje plástico de las fallas

Pinocho mentía y le crecía la nariz. Sus mentiras parecían piadosas y la marioneta del carpintero Gepetto aprovechaba su imagen bondadosa para librarse del castigo en la versión que vendió Walt Disney. Pero la historia era otra. El escritor florentino Carlo Collodi dio vida a Pinocho en una revista infantil allá por 1881. Y al poco de nacer, el hijo de la ilusión del carpintero mató de un mazazo a Pepito Grillo. Nunca más se supo de él.

La mentira consentida y la hipocresía que la ignora son parte de la condición humana. Así lo ha entendido uno de los artistas falleros más importantes, Manolo Martín, quien, junto al artista plástico Sigfrido Martín Begué y al crítico Vicente Jarque, ha convertido en falla una biografía de Pinocho cuyos pecados afectan a la política, la ciencia, la cultura, la tradición, la modernidad... y la fiesta.

Ésa es la esencia de las fallas, una fiesta de orígenes populares que permitía al pueblo convertir en ninot cualquier montón de trapos, cajas o cartones y que tuvo su impulso en el cambio del siglo XIX al XX de la mano de los republicanos seguidores de Blasco Ibáñez, para acabar convirtiéndose en una fiesta de masas. El ingenio reside en lograr explicitar una ácida crítica sobre la realidad más cotidiana que el fuego se encarga, como ocurrirá el próximo lunes, de convertir en cenizas. Las fallas son hoy un ejercicio creativo más estético que comprometido, más mercantilista que crítico, más alegórico que explícito, con un predominio de las formas barrocas y grotescas. No son nuevos los intentos de hallar alternativas plásticas a esa tradición más acordes con la modernidad en los monumentos falleros. Sin embargo, hasta ahora, no se había dado un proyecto tan ambicioso como el que plantó anoche en Valencia la Comisión de la Falla de Na Jordana, una de las de mayor arraigo en la ciudad.

Martín Begué, un dibujante e ilustrador cuyas obras se exponen estos días en el madrileño Centro Cultural Conde Duque, define la colaboración con Manolo Martín y Vicente Jarque como 'la biografía de un encuentro', ya que los tres son amigos desde hace tiempo. De sus conversaciones informales sobre la caduca estética de las fallas y las fórmulas para renovarla -'para devolverle su esencia originaria', puntualizan-, pasaron a la acción. Y de ahí surgió La pinochada universal, título con el que han bautizado uno de los monumentos falleros más grandes que se han plantado nunca, y de los más llamativos por su originalidad, innovadora pero no rupturista.

'Se trata de una apuesta creativa en la que se combinan lenguajes procedentes del cine, del teatro, de las artes plásticas y de la arquitectura', explica Martín Begué. El objetivo último es que la falla no sea un objeto para mirar, sino 'un espacio que vivir', añade. 'Por eso tiene unas perspectivas múltiples' y sus ninots están modelados con una sobriedad inspirada en la imagen de Pinocho. Con ello, la propuesta contradice el recargado y rococó estilo mayoritario de las fallas. Por otra parte, el monumento incorpora guiños y referencias a producciones del arte moderno, como las obras de Miró o Giacometti.

Otro elemento incorporado es el del diseño de moda, a través de referencias explícitas a las creaciones de Ágatha Ruiz de la Prada, Gaultier, Versace o Armani. 'La falla sólo era posible sumando las aportaciones de los tres', precisa Martín Begué. Por eso, ha incorporado en su concepción el fuego como elemento estético, según explica el artista. Eso quiere decir que no estará completa hasta que la noche del próximo lunes las llamas comiencen a devorar el cartón, el poliuretano y, sobre todo, la madera con los que está construida. La importante presencia de la madera, poco habitual ya en la mayoría de las fallas, busca un efecto del fuego especial, distinto al que está acostumbrado a contemplar el público en Valencia desde que el poliuretano expandido (o corcho blanco) y otros materiales 'aislantes y autoconsumibles' similares se han hecho los amos de los monumentos y han convertido la cremà en una gigantesca columna de humo negro. La falla de Na Jordana apuesta, así, por un arte nuevo para las llamas y la ciudad vive la iniciativa con expectación.

La imponente figura de Pinocho en la falla de Na Jordana, en Valencia.
La imponente figura de Pinocho en la falla de Na Jordana, en Valencia.CARLES FRANCESC

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