Barbudo discriminado
A la ocasión la pintan calva, y a la suciedad, barbuda. La noticia publicada en EL PAÍS hace escasos días de que un tribunal laboral británico había fallado a favor de la decisión de una cadena de supermercados de no contratar a un trabajador por llevar barba, irrita la sensibilidad de todos cuantos gozamos con la placentera práctica de 'criar pelo' en la cara. Se empieza declarando sucias a las personas barbudas, se sigue acusando de malolientes a determinadas personas por el color de su piel ¿y cómo se termina? Discriminar a un hombre porque lleva barba es tan absurdo como argüir, por ejemplo, que una mujer no puede ocupar un puesto de trabajo como conductora de autobús porque tiene tetas.
¿O es que acaso lo que molesta en esta sociedad del aburrimiento es que algunos nos empeñemos en proclamar sin tapujos que es tremendamente cierto aquello tan ancestral de que donde hay pelo hay alegría?-
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