Viva Zapata
El subcomandante Marcos se acuartela en la universidad: es su lugar. Es un intelectual, y Fox es un jinete de botas duras que se calza para gobernar. Odia a los indígenas. Tengo los documentos de una pequeña historia personal. Fox, siendo gobernador, me invitó a hablar en las jornadas cervantinas de Guanajuato, y elegí un tema: 'La palabra libertad en los textos de Cervantes'. Se me designó a la mesa que presidiría Monterroso, y comenzaron intercambios de faxes y teléfonos para fijar fechas y viajes. En una conversación pregunté si podría ir a la zona del subcomandante; se respondió que era un país libre, y desde entonces interrumpieron la comunicación. Nunca más contestaron. No tuve respuesta del gobernador Fox. Luego han ido buenas gentes, entre ellas Vázquez Montalbán -que hizo un gran libro- y Saramago. Y ahora, el revolucionario entra en la capital.
Estas cosas me suceden en España y ya no me sorprenden. Puede haber alguien, institución o sociedad, que me pida una charla o me encargue un artículo o un libro: asiento, y luego lo aplazan o no contestan y nunca más se sabe. Y es que alguien sensato, o miedoso, o defensivo, o enemigo, ha dicho que, hombre, que no, de ninguna manera, a ese tipo no, qué va a decir don Nosequé. Lo entiendo. Entendería mejor una explicación, pero ¿quién puede dar una explicación? En sí misma sería una declaración de lo prohibido, o de la persona non grata, o de las ideas repudiadas. Es mejor el silencio. Temo por el primero que tuvo la idea.
No he contado nunca esta historia del gobernador Fox, ni cuando vi el entusiasmo de la izquierda mundial -y mexicana- cuando le eligieron presidente. La liberación del PRI lo justificaba todo. Y conduce a esta marcha, a esta esperanza. Está bien, vale. Es mejor que acompañen a Marcos los intelectuales españoles; el mismo Marcos es un intelectual de primera categoría. Sabe dónde está. Sirvo de vía para difundir un párrafo de su discurso en Xochimilco: 'Asustados ante el crecimiento del color de la tierra, los señores del dinero se refugian en sus fortalezas, y desde ahí derrochan, no su dinero, sino su estupidez y torpeza. Si el dinero fuera inteligente no sería dinero. Por eso, quien mucho lo tiene y atesora, viste su color y adquiere su cortedad de miras y su soberbia ignorancia'. Está hablando de Fox.
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