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Una multitud lincha a un juez que dejó en libertad a dos detenidos y quema una alcaldía al norte de Guatemala

Una turba estimada por los asustados vecinos en "más de 1.000 personas" asesinó ayer por la mañana (hora local) en Guatemala al Juez de Paz de Senahú (Alta Verapaz, 298 kilómetros al norte de Guatemala), después de que el letrado liberara a dos presuntos secuestradores a quienes los vecinos habían capturado la víspera y puestos a disposición de la justicia. Según las primeras versiones, el juez, Alvaro Martínez Pérez, al no encontrar suficientes elementos de prueba contra los capturados, optó por dejarlos en libertad. Una multitud quiso entonces atacarlo y el juez les disparó. Dos campesinos fueron heridos.

Más tarde, una turba tendió una emboscada a Martínez y lo mató a machetazos la mañana de ayer. Una segunda versión, no confirmada oficialmente, afirma que el letrado fue quemado vivo en la plaza pública de aquella población. Posteriormente, la turba penetró violentamente a las instalaciones del juzgado, las roció con gasolina y procedió a incendiarlas. También destrozaron las instalaciones de la Policía Nacional Civil y mantienen como rehenes al alcalde de la población y a tres agentes, claramente incapaces de enfrentar a la turba.

Desde la capital, se enviaron refuerzos que no penetraron en la población hasta las 13.00, debido al mal estado de las carreteras de tierra. Según el portavoz de las fuerzas de seguridad, comisario Faustino Sánchez, los agentes tenían orden de imponer el orden, aunque tuvieran que utilizar la fuerza.

Desde que los linchamientos se pusieron de moda en Guatemala en 1997, unas 150 personas han muerto en manos de turbas, según un informe de Naciones Unidas. Sólo el año pasado, 28 personas murieron de esa forma. El de ayer es el primer caso efectivo de linchamiento este año. Entre enero y febrero ocurrieron cuatro intentos que no llegaron a concretarse.

La inmensa mayoría de linchamientos han ocurrido en las zonas donde las masacres de la guerra civil fueron más frecuentes y violentas, extremo que, según los psicólogos afectó gravemente la psique colectiva de los lugareños sin que el Estado se haya preocupado por prestar algún tipo de atención a estas comunidades.

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