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CRÓNICA
Columna
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Aquella guerra y aquellas mujeres

'Ve y cuenta lo que pasó en España' es un libro que recoge el testimonio de mujeres extranjeras que participaron en la guerra civil

Lo cuenta Mary Low, una de las mujeres australianas que acudieron a luchar contra el fascismo en nuestra guerra civil. Estaba en un café cerca de las Ramblas, en los primeros días de la contienda, cuando de repente estalló el horror. Un tiroteo, gritos, confusión y un coche que acaba estrellándose contra un árbol. 'Un hatajo de fascistas intentando escaparse', dictamina un miliciano. Poco después llega una ambulancia y se lleva a los muertos. Low termina así su relato: 'En las Ramblas, un pequeño grupo de personas se había reunido alrededor de los charcos de sangre nueva. Se quedaron en pie, hablando en catalán en voz alta en la noche clara'.

El testimonio de Mary Low es uno de los muchos que se recogen en el libro Ve y cuenta lo que pasó en España (Planeta), de Aránzazu Usandizaga. Son testimonios de mujeres extranjeras recogidos en pleno fragor de la contienda, testimonios que hablan a la vez del entusiasmo de la revolución, del horror de la guerra y del valor de unas mujeres que vinieron para sumarse a la llamada guerra de los poetas. Algunas de esas mujeres quisieron luchar en el frente, otras ayudaron en los hospitales o cubrieron la guerra como periodistas. La mayoría se comprometió con la causa republicana. 'La guerra de España representaba mucho para ellas', comenta Usandizaga. 'Era la defensa de la libertad frente al avance fascista y, para las escritoras, la necesidad de defender la libertad de expresión recién conquistada. Los intelectuales sintieron que el fascismo amenazaba su libertad poética y literaria'.

'Durante los cuatro primeros meses, el Gobierno autorizó a las mujeres a luchar en el frente', cuenta Usandizaga. 'Después lo prohibió, pero la primera persona extranjera que murió en esta guerra fue una inglesa, la escultora Felicia Bown. Murió en Aragón, cuando, tras un ataque, se detuvo a atender a un compañero herido'.

Algunas de esas mujeres quedaron marcadas para siempre por su participación en la guerra civil. Es el caso de la norteamericana Martha Gellhorn, que se convertiría en Madrid en esposa de Hemingway. 'Gellhorn no sabía muy bien a qué venía a España', dice Usandizaga. 'Según cuenta en sus memorias, vino porque un amigo que era dueño de un periódico le extendió una acreditación de corresponsal, pero no tenía ningún encargo para escribir'. La visión de la guerra fue lo que la impulsó al compromiso. Escribió para describir lo que veía y se convirtió para siempre en corresponsal de guerra. 'La última guerra que cubrió, poco antes de morir, fue la del Golfo', recuerda Usandizaga, 'y sus escritos sobre la guerra son muy importantes. '

Cuando Gellhorn llegó a Barcelona, escribió: 'Barcelona brillaba bajo el sol, engalanada de banderas rojas, y el taxista rechazó el dinero; en apariencia, todo era gratis. En apariencia, todos eran hermanos de todos. Como son pocos los que han vivido esta atmósfera, aunque sea sólo un minuto, os diré que es el más maravilloso de los ambientes. Me llevaban como un paquete, con alborozo y amabilidad; viajaba en camiones y en coches atestados'.

Lilian Hellman, la escritora norteamericana que fue esposa de Dashiell Hammett, también escribió sobre la guerra y no dudó en irse al frente para vivir a fondo la experiencia. El 28 de octubre 1937 hay una anotación en su diario en la que se mezclan lo cotidiano y la guerra: 'Anoche metí el joyero en la maleta -qué cosa tan ridícula habérmelo traído a España- con unos pocos enseres que pensaba que necesitaría para la excursión a las líneas del frente. Me di un baño, me lavé el pelo y me estaba secando cuando Otto Simon entró a verme. Dimos un largo paseo. Madrid es una ciudad triste, sobre todo por la noche. Otto dijo que todas las grandes ciudades parecen apestadas durante una guerra, mucho peor que las ciudades pequeñas y los pueblos'.

La derrota fue una decepción para todos los partidarios de la causa republicana. Katty Cooper, escultora inglesa discípula de Henry Moore, habla así de la caída de Barcelona: 'El final de la guerra en España fue para nosotras una época de ansiedad e intensa actividad. Durante algunas semanas, a medida que las noticias empeoraban, seguimos inscribiendo niños en un comedor nuevo mientras se acercaban las tropas de Franco. Los ataques aéreos eran cada vez más frecuentes y, por primera vez, los cazas acompañaban a los bombarderos. Todos sabíamos que la ciudad estaba condenada, aunque pocos nos dimos cuenta de lo pronto que caería. La población comenzó a abandonar la ciudad; el goteo fue creciendo hasta ser un río, a medida que fue cundiendo el pánico. Otra vez se inició la marcha de los refugiados; en esta ocasión en una última odisea hacia Francia. Desde las alturas de la ciudad vimos a los aviones de Franco caer en picado para ametrallar las carreteras atestadas de gente'.

Era la visión de un horror visto de cerca, una visión que recoge el libro Ve y cuenta lo que pasó en España y que no puede caer en el olvido. Martha Gellhorn, marcada ya para siempre por la guerra, quiso ir más allá y escribió sobre los campos de refugiados del sur de Francia y acerca de la esperanza de los maquis. 'Después de los años desesperados de la guerra', escribió en The Undefeated, 'después de seis años de represión en España y seis años de horror en el exilio, el espíritu de esa gente permanece intacto. Están armados con una fe trascendente; nunca han ganado y, sin embargo, nunca han aceptado la derrota. Ésta es la gran fe que obra milagros y cambia la historia'.

Un grupo de muejeres milicianas, en 1936.
Un grupo de muejeres milicianas, en 1936.

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