'Los presidentes autonómicos no somos funcionarios del PSOE'
Array
El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, asegura que sus cinco mayorías absolutas demuestran que está vivo, y advierte de que no está dispuesto a jubilarse. Se muestra discreto pero expresivo respecto a la actuación de José Luis Rodríguez Zapatero como líder de la oposición, y afirma que a él le hubiera costado mucho mantener la política de mano tendida con el Gobierno del secretario general del PSOE.
Pregunta. Ya ha llovido después de su mínima pero decisiva derrota frente a Rodríguez Zapatero. Usted parece empeñado en hacer valer aquello de 'los muertos que vos matáis gozan de buena salud', ¿no?
Respuesta. Es que yo entiendo la política con pasión, pero nunca mis adversarios electorales me generan malos sentimientos. Acabé el congreso sin un gramo de veneno. Es verdad que me hubiese gustado ganar, pero ese Congreso lo ganó el PSOE y lo ganó Zapatero.
P. Aquel día, aquella tarde, muchos le daban a usted por acabado. Y usted a duras penas podía disimular su desolación. Me imagino que todo esto no se olvida fácilmente.
R. Mire, en política, quien salva y quien hunde no son los congresos de los partidos, son las urnas. Por eso trabajo para que las urnas hagan a Zapatero presidente del Gobierno. Pero también es cierto que puedo decir, con orgullo y sin soberbia, que cinco mayorías absolutas en una comunidad autónoma como Castilla-La Mancha me permiten afirmar que estoy vivo y que, desde luego, no estoy dispuesto a jubilarme.
P. Reconozca que aquel día se le abrió el suelo bajo los pies.
R. A mí sólo se me abrió el suelo bajo los pies cuando murieron mis padres. También cuando asesinaron a mis compañeros de Atocha, o cuando creí que Tejero nos metía otra vez en el pozo de un siniestro juego de la oca. Son experiencias políticas y personales que me han hecho tocar fondo y madurar.
P. Lo que está claro es que usted ha optado, en un ejercicio de pragmatismo, por convivir con el poder Zapatero. Me gustaría saber cómo lo ha logrado.
R. A pesar de que en política haya a veces más representación que en un teatro, no todo en política es representación. Hay valores y principios que emergen por encima de la representación. Me debo a mi partido y a mi región, y todos los días procuro hacer compatibles esas dos lealtades. Le aseguro que no me cuesta mucho esfuerzo. Alguna vez surge el conflicto y procuro resolverlo con la mejor voluntad, pero también creo que la única manera de estar en política, la que acaba dando sus frutos, es estar sin arrogancia. Probablemente el PSOE perdió las elecciones del 96 no porque tuviera enfrente a un Alejandro Magno de la política, sino por la arrogancia con la que los socialistas dimos la impresión de ejercer la acción de Gobierno.
P. Me imagino que debió de ser muy duro para usted regresar a su tierra, donde la gente le vota siempre, de perdedor.
R. Esa situación, tan dura para mí, sólo la pude superar gracias a la generosidad de los castellano-manchegos. Ellos aceptaron mi derrota, y hoy, ocho meses después de aquel congreso, me siento realmente acogido en mi tierra.
P. Es usted, pese a todo, un poder fáctico, un filón de votos. Quizás por eso el poder federal del PSOE le respeta y prefiere no buscarle las vueltas a sus movimientos, siempre llenos intención.
R. Pienso que el respeto a mi persona por parte de la dirección del PSOE no nace de las cualidades personales, sino del apoyo que en Castilla-La Mancha obtiene el PSOE. En cuanto a si soy yo un poder fáctico, está claro que hay en nuestro Estado autonómico un poder emergente en los territorios que el PSOE hará bien en mimar en lugar de minar. Porque, si se recela de quien gana, se está de algún modo invitando a que se pierda. El PSOE no debe tener reservas, celos o recelos, con los que ganan, más bien tiene que atender a los que pierden. Porque en política, además de las lealtades, que son condición necesaria, hacen falta los votos, que son la condición suficiente para poder gobernar.
P. Quizás Rodríguez Zapatero no conocía bien lo que es en el PSOE el poder de los barones.
R. Yo no tengo esa impresión. Pero sí es cierto que, en un partido con un poder tan centralizado como lo fue en la época de González y de Guerra, la desconfianza hacia los poderes periféricos no solamente estaba en la ecuación del poder, sino que era una constante que tenía su peso. Y hay que recordar que el término barón, en sentido despectivo, no fue acuñado por nuestros adversarios. Zapatero no ha inventado esta situación, sino que la ha heredado. Algunos dirigentes de mi partido pensaban que el Estado empezaba y acababa en la Castellana, y la verdad es que hemos pagado muy cara esa concepción tan centralista.
P. Por si acaso, usted ha advertido de que no ha encontrado en los estatutos del PSOE ningún artículo que dé poder a la dirección federal sobre los dirigentes autonómicos. ¡Usted, siempre tan sutil!
R. Felipe González acuñó como doctrina que 'se gobierna desde La Moncloa y no desde Ferraz'. A mí me parece que esa posición tiene plena vigencia en el momento actual, y que, si los electores percibiesen a los presidentes autonómicos como meros delegados de los partidos políticos, probablemente su desprestigio iría en aumento. Los presidentes autonómicos del PSOE no somos funcionarios de la calle de Ferraz, porque la idea que mi partido tiene de España es una concepción más plural y rica que la España del ordeno y mando del señor Aznar.
P. Lo que es evidente es que a usted le resulta imposible estarse quieto y que eso provoca inquietud en la dirección de su partido. No me niegue que no ha medido las consecuencias de su fervorosa adhesión al Plan Hidrológico Nacional del PP, por ejemplo.
R. ¡No me diga usted eso! En plena política de acuerdos no puede sorprender que yo acuerde en beneficio de Castilla-La Mancha. Porque mi región ha conseguido en el Plan Hidrológico Nacional propuesto por el PP todos sus objetivos y un poco más. Si yo no hubiese votado favorablemente un plan en el que se recogen todas las reivindicaciones de mi comunidad, habría actuado de un modo sectario y, probablemente, contrario a los intereses regionales. Pero también en el plan hidrológico del PSOE se recogen todas las reivindicaciones de Castilla-La Mancha. Conclusión a la que llego: que Castilla-La Mancha ha sabido llevar el agua a su molino.
P. Muchos en su partido pensaron: 'Ya está Bono liando las cosas'.
R. Quienes piensan o pensaron así en mi partido ignoran, o prefieren ignorar, que Rodríguez Zapatero manifestó en público su comprensión respecto a mi postura y que estuvo informado en todo momento de lo que íbamos a hacer.
P. Supongo que serán las mismas personas del PSOE que sugieren que usted está más en sintonía con las posiciones del PP que con las de su partido.
R. ¡Eso es rigurosamente falso! La verdad es que cuando algunos dirigentes del PP usaban cadenas yo usaba el Código Penal para defender a los que luchaban por la libertad y contra Franco; cuando algunos dirigentes del PP estaban asentados en el poder franquista, yo estaba en las cárceles defendiendo a quienes querían la libertad para nuestro país. Yo estoy vacunado contra la contaminación ideológica. Pero algunas personas no entienden que me manifieste con moderación en algunos planteamientos que tienen que ver con la transigencia y con la tolerancia. Y, además, siempre he intentado hacer compatibles mis ideas con mis creencias, por ejemplo en el ámbito religioso, cosa que unos pocos en mi partido no han entendido o no lo han querido entender.
P. O sea, que usted va por libre. Usted es primero José Bono y luego todo lo demás.
R. ¡Eso es una caricatura! La política debe ejercerse con autonomía; es decir, no ser una marioneta en manos de quienes tienen el poder, aunque ese poder no haya nacido de las urnas. Me siento con la fuerza interior de decir lo que pienso. Aunque procuro también pensar lo que digo. No hay lealtad más útil para mi partido que aportar votos, y Zapatero lo tendrá más fácil si seguimos ganando en Castilla-La Mancha.
P. En esa línea tan suya de decir lo que piensa también le ha enseñado las uñas a la dirección de su partido amenazando, usted y otros barones, con interponer un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Extranjería. ¿También va a ir por libre o va a esperar a que le den permiso en Ferraz?
R. En la Ley de Extranjería se ve fielmente el rostro del Partido Popular. En un momento como el de ahora, en el que todavía hay más españoles trabajando en el extranjero que extranjeros trabajando en España, me parece moralmente inadmisible que la ley niegue los derechos de reunión, sindicación, manifestación y huelga precisamente a quienes más lo necesitan, que son los inmigrantes que no tienen documentación. Mi posición es que esa ley debería de ser abolida y derogada. Plantear o no el recurso de inconstitucionalidad no tiene la dimensión que algunos han querido darle como expresión de disidencia interna en el PSOE. A mí lo que me hubiera puesto en una situación realmente difícil habría sido que mi partido hubiera votado a favor de esa ley. Yo tengo la esperanza de que finalmente mi partido recurra la Ley de Extranjería ante el Tribunal Constitucional.
P. ¿Y si su partido no recurre la ley, lo hará usted?
R. No, no recurriré la Ley de Extranjería si mi partido me da razones para ello.
P. ¿No tiene usted de sensación de que el PP les está tomando el pelo a los dirigentes del PSOE, empeñados en pactarlo todo?
R. Es verdad que algunos en mi partido invocan motivos electorales para ser prudentes a la hora de hablar de la inmigración, por ejemplo. Pero yo creo que la mayor imprudencia que podríamos cometer es no defender aquello en lo que creemos y que es la radical igualdad de todos los seres humanos. A mí, la política de pacto y de consenso que ofrece Rodríguez Zapatero me parece inteligente, aunque he de decir que, a veces, el Gobierno no merece tener una oposición tan templada y tan colaboradora. La verdad es que, cuando el señor Aznar llega a afirmar que el PSOE pretende solucionar sus problemas internos con la Ley de Extranjería, a mí me hubiera costado mucho mantener esa política de mano tendida que mantiene Rodríguez Zapatero. Pero las encuestas demuestran que esa línea es correcta.
P. Las lenguas de doble filo dicen que no descarta ser un día ministro del Gobierno de Rodríguez Zapatero.
R. Mi único horizonte, en este momento está en Castilla-La Mancha. Y, en el ámbito nacional, trabajar para que Zapatero sea presidente del Gobierno.
P. De un Gobierno en el que usted podría ser ministro.
R. Ya he trabajado con Rodríguez Zapatero, y me agrada. Pero ser ministro no está en mi horizonte vital.
P. Pero no lo descarta, ¿verdad?
R. No quiero darle a usted el titular de esta entrevista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.