Un imperio con la tinta
La empresa francesa cumple 50 años ofreciendo soluciones revolucionarias para escribir, encender y afeitar
Es la empresa de los bolígrafos, las llamas y las maquinillas de afeitar. Produce a diario cuatro millones de encendedores de gas de bolsillo, 21 millones de instrumentos de escritura (bolígrafos, rotuladores, lápices, marcadores fluorescentes, rollers, portaminas, marcadores permanentes o pizarras blancas) y 9 millones de maquinillas de afeitar desechables. La multinacional de origen francés, que cumple medio siglo, tiene en Tarragona una de las cinco mejores fábricas mundiales de encendedores de piedra y electrónicos.
La fábrica de Tarragona es un enclave estratégico por su especialización en encendedores. Bic también tiene en Tarragona su centro europeo de estampaciones publicitarias.
La de Tarragona no es una filial más de Bic, ya que desde esta fábrica de 60.000 metros cuadrados se producen elementos para el resto de los encendedores que Bic produce en todo el mundo, además de producir 400.000 encendedores al día. La empresa exporta el 80% de su producción especializada de Tarragona.
A finales de 2000, la planta alcanzaba los 1.000 millones de unidades producidas. Bic ha invertido 2.400 millones en los últimos años en la modernización de sus instalaciones españolas.
'En cualquier historia que se haya escrito sobre el siglo XX y la gente, los hechos y los productos que lo han distinguido, aparecen necesariamente los nombres de Marcel Bich y los productos Bic. El bolígrafo Bic, creado en los años cincuenta, revolucionó los hábitos de escritura, la hizo más rápida, más fácil y más autónoma. Fueron un símbolo de la economía de consumo y conquistaron el mundo', afirma Bruno Bich, el presidente del grupo francés. Bic es la tercera marca de ese país más conocida en el mundo, tras Dior y Chanel. 'Luego hemos intentado hacer lo mismo con los encendedores y con las maquinillas de afeitar', añade Alfonso Vilá, director general de Bic Iberia.
La derrota de las derrotadas
La historia de Bic comienza con un modesto fabricante de estilográficas que vendía bolígrafos americanos descalificados en el mundo escolar 'porque deformaban la escritura de los niños'. Aquel turinés llamado Marcel Bich -luego barón Bich- se hizo con una patente húngara revolucionaria (Byro) en 1951; la perfecciona y crea su propia marca, Bic, una marca monosilábica que pronto derrotó a las plumas.
Mientras la 'punta Bic' se ganaba las escuelas y las oficinas de Francia y las del resto de Europa, la ambiciosa empresa engullía en 1958 a la norteamericana Waterman, una decisión que allanó la implantación masiva del bolígrafo a escala mundial. Su funcionalidad y bajo precio modificaron usos y costumbres sociales.
El éxito de los Bic Cristal y Bic Naranja animó a la firma francesa a adentrarse en 1973 en la resolución de otro problema, el encendedor de llama regulable. Primero adquirieron la firma francesa Flaminaire y luego optaron por simplificar el producto. Luego vinieron los mini-Bic, cuya producción ya se confió a Tarragona. Finalmente, a partir de 1990, los encendedores electrónicos.
El tercer gran pilar del negocio de Bic fueron las maquinillas de afeitar desechables, cuya producción iniciaron en Grecia y de las que hoy Bic es líder mundial. Estos tres productos permiten a Bic una cifra de negocios global de 1.500 millones de euros en 2000 (unos 250.000 millones de pesetas), que se reparten entre un 50% en Estados Unidos, un 25% en Europa y otro tanto en Asia.
Hace seis años, a la muerte del barón Bich, su hijo Bruno le sucedió al frente del negocio. Educado en Estados Unidos, Bruno Bich cambió la estrategia de la compañía hasta convertirla en una 'market oriented company', o una compañía orientada a los mercados de consumo.
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