Miguel Sanz reta a la oposición a derribarle con una moción de censura
Los socialistas y UPN mantendrán en Navarra sus pactos presupuestarios y de estabilidad, a pesar de sus profundas divergencias políticas. Los socialistas quieren seguir colaborando con el Gobierno, pero exigen 'espacio político' para ejercer el control al gobierno regionalista. El presidente navarro, Miguel Sanz, y el secretario general del PSN-PSOE, han reconducido las deterioradas relaciones entre ambos partidos, que no habían atravesado peores momentos desde la firma de los acuerdos, en octubre de 1999.
Tras un almuerzo privado entre ambos líderes celebrado esta semana, dos cosas han quedado claras: no habrá moción de censura contra el presidente Miguel Sanz, a pesar de que la oposición la ganaría, y la posibilidad de un anticipo electoral parece remoto. El Gobierno de UPN y la oposición socialista andan permanentemente a la greña, con descalificaciones mutuas y serias divergencias de fondo en todo tipo de materias. Pero, pese a ello, siguen unidos por unos pactos de legislatura -'no de gobierno', puntualiza Lizarbe, que sustentan la estabilidad institucional y sirven de barrera, desde la perspectiva de sus promotores, a la presión política del nacionalismo vasco y la violencia terrorista.El equilibrio de los acuerdos es, pese a todo, inestable. Apenas horas después de almorzar con Lizarbe, Sanz reiteró ante el Parlamento que seguirá desobedeciendo la voluntad mayoritaria de éste cuando no coincida con los criterios del Ejecutivo de UPN y retó a la oposición a derribarlo con una moción de censura. 'El Gobierno puede discrepar del Parlamento y si alguien quiere que eso no ocurra deberá cambiar el Gobierno, ése es el único camino', espetó Sanz a los parlamentarios.
'No vamos a romper los acuerdos. Los primeros perjudicados seríamos nosotros y después, toda la sociedad, porque en este tiempo hemos logrado incorporar muchas políticas de progreso de las cuales el Gobierno se sentiría desvinculado si el pacto de rompiera', ha respondido Lizarbe. Socialistas y regionalistas no coinciden actualmente en casi nada. Ni en la introducción de fórmulas de financiación privada para construir infraestructuras viarias, ni en la legislación para las grandes superficies, ni en el modelo de televisión Navarra, ni en la liberalización de peajes de la Autopista de Navarra, ni en el Plan Hidrológico Nacional, ni en cuestiones educativas, ni en el conflicto de Bardenas Reales, ni en política de vivienda ni en los sistemas de financiación de las entidades locales.
No obstante, los socialistas consideran que el único camino viable en la política Navarra es el mantenimiento de un diálogo permanente con Sanz y su partido 'que obligue al Gobierno de Navarra a cumplir sus compromisos con acciones de gasto' y consiga que UPN obedezca la voluntad mayoritaria de la cámara. Lizarbe entiende que el mapa político de Navarra 'no da para mucho más'. De hecho, una moción de censura apoyada por toda la oposición obtendría 28 votos a favor y los 22 votos de UPN en contra, pero para triunfar necesitaría el apoyo de los nacionalistas vascos y, especialmente, de los 8 parlamentarios de EH, una ayuda que el PSOE no está dispuesto a solicitar. 'Nuestra voluntad es seguir alcanzando acuerdos', señala Sanz. 'Seguiremos negociando', explica Lizarbe. 'Y riñendo', bromea un parlamentario socialista.
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