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Mandelson limpia su nombre, pero no recupera el cargo ministerial

El ex ministro Peter Mandelson fue eximido ayer de influir en 1998 en la tramitación de la solicitud de un pasaporte británico y de mentir sobre este caso que le costó, en febrero, el cargo de ministro para Irlanda del Norte. 'El informe establece que no mentí ni tuve intención de engañar', dijo ayer. 'Peter podrá rehacer su vida sin ninguna tacha en su reputación', añadió Tony Blair.

La investigación oficial, publicada ayer, acepta que Mandelson 'creía honestamente' que no efectuó una llamada telefónica, pero reconoce que el entonces ministro sin cartera, con responsabilidad sobre el Domo de Milenio, o sus funcionarios consultaron al Ministerio de Interior sobre la solicitud de los hermanos Hinduja, naturales de India y envueltos en un caso de corrupción en su país. El mayor, S. P. Hinduja, obtuvo la nacionalidad británica pocos meses después de donar 265.000 millones de pesetas para el Domo.

Declaraciones contradictorias acerca de esa llamada, incluso por parte de Mandelson, precipitaron una cadena de acontecimientos que llevaron a la dimisión, por segunda vez, del político más próximo a Blair. El primer ministro pidió su cabeza antes de poner en marcha la investigación y señaló en el Parlamento: 'Nos ha engañado y debe dimitir'. Ayer no quiso dar explicaciones sobre una decisión que se ha demostrado precipitada.

Pero sir Anthony Hammond, autor del informe, no acierta a desvelar la verdad sobre una llamada de la que no hay ninguna prueba salvo la palabra del presunto interlocutor, y concluye, por tanto, que 'es posible' que Mandelson la efectuara. El ex ministro limpia su nombre, pero no recupera su posición en el Gabinete de Blair. 'Por razones obvias, no tengo ningún deseo de regresar al Gobierno', dijo ayer.

Ingeniero del neolaborismo y arquitecto de la victoria electoral de 1997, el llamado príncipe de las tinieblas se ha creado enemigos entre sus colegas políticos y medios británicos. Hábil en sacar de apuros al resto del Gobierno, cayó en su propia trampa al intentar esquivar preguntas sobre su relación con los donantes del polémico Domo.

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