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Shírov pone rumbo a la corona

Muy pocos llegan tan alto: subcampeón del mundo oficial, segundo en el torneo de Linares, admirado por una legión internacional de aficionados y merecedor de apelativos como El Leonardo da Vinci del ajedrez. Pero a Alexéi Shírov, de 28 años, se le pide más, y él planifica la conquista de la corona. El español, nacido en Letonia de padres rusos, ha cambiado el rumbo: en lugar de recalar en numerosos torneos, sin apenas descanso, enfila hacia el Mundial de diciembre.

“Estoy en baja forma. No pude prepararme bien para Linares, y me he tomado el torneo como si fuera de transición”, explicó Shírov tras terminar en el segundo puesto por mejor coeficiente de desempate que Alexánder Grischuk (Rusia), Judit Polgar (Hungría), Anatoli Kárpov (Rusia) y Peter Leko (Hungría). Los cinco acumularon 4,5 puntos; el ganador fue Gari Kaspárov, con 7,5.

Shírov admite que está sobrecargado de torneos. Por citar solamente los que ha disputado desde noviembre: Olimpiada de Estambul, Campeonato del Mundo en Nueva Delhi y Teherán, Bundesliga, Wijk aan Zee (Holanda), duelo con Agdestein en Noruega, y Linares. Pero este año será distinto: “Ahora tengo que jugar algunas partidas de la Bundesliga, y luego el torneo de Mónaco. Pero después sólo estoy comprometido con el Ciudad de León [que se presenta hoy en Madrid]. Ya he rechazado la invitación de Dortmund y no tengo claro si aceptaré la de Kazajstán [previsto para finales de mayo]. Voy a prepararme a conciencia para el Mundial. Según sus fechas, jugaré o no con la selección española el Campeonato de Europa en León [5 al 16 de noviembre]”.

Nadie discute que su talento es inmenso: Shírov, entrenado desde antes del Mundial por el español Jordi Magem, es uno de los jugadores más admirados por los tertulianos del ajedrez en Internet, debido a su creatividad sin límites y espíritu de lucha; los periodistas acreditados en Linares le concedieron el miércoles el premio a la combatividad. Pero sus resultados son irregulares, lo que origina una desproporción entre la brillantez de su juego y el puesto que ocupa en la lista mundial (7º en la del 1 de enero). Shírov no disiente de quienes opinan que debe lograr el punto de equilibrio entre el arte, el riesgo y la eficacia. ¿Qué le falta para ser campeón del mundo?, le preguntaron en Linares: “La inestabilidad de mi vida personal ha influido probablemente en mis resultados de los últimos años. Pero necesito, sobre todo, una mayor determinación en los momentos clave”.

Español desde 1995, se adaptó bien a su nuevo país –vivía en Tarragona- tras casarse con una argentina y convertirse en el padre de una hija. Pero, en 1998, después de lograr un gran éxito con su victoria sobre Vladímir Krámnik, actual campeón del mundo oficioso, en el duelo de candidatos de Cazorla (Jaén), sufrió dos grandes disgustos simultáneos: el divorcio y el desprecio de Kaspárov, quien prefirió buscar patrocinadores para enfrentarse a Krámnik o al indio Viswanathan Anand, ahora campeón oficial. Además, el Consejo Mundial, una efímera organización promovida por Kaspárov en su guerra contra la Federación Internacional (FIDE), no le pagó el premio acordado por derrotar a Krámnik. Shírov espera resarcirse en parte con la demanda, aún en curso, que presentó en el juzgado de Cazorla contra Luis Rentero, presidente del Consejo Mundial.

Como esas adversidades tenían a España como factor común, Shírov trasladó su residencia a Polonia, y recientemente a Letonia, junto a su nueva compañera sentimental, la jugadora lituana Viktoria Cmylite. “De momento, estoy bien en mi país natal, pero no descarto volver a vivir en España, aunque tampoco me lo planteo a corto plazo”, señaló.

Sobre sus aireadas trifulcas con Kaspárov, Shírov recordó ayer que un antecedente poco conocido: “Él insultó gravemente a mi padre en 1994, y todavía no se ha disculpado”. Y concluyó: “Kaspárov es un gran jugador, pero no es una gran persona”.

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