Mueren 23 niñas en el incendio de un internado en el norte de Nigeria
El Estado nigeriano de Plateu, al norte, está de luto por el trágico destino de 23 chicas que perecieron abrasadas en la noche del lunes en el interior del internado estatal de Gindiri, a 50 kilómetros de Jos, pequeña ciudad fundada por misioneros occidentales. Ese internado cristiano, célebre por su disciplina y severidad, tenía las ventanas protegidas con barrotes. Las chicas habían sido encerradas con llave en sus habitaciones al anochecer para evitar que escaparan para confrantenizar con los chicos de Gindiri. La versión del centro es otra: esa medida de precaución tenía como objetivo impedir el acceso de ladrones al interior. Esa norma fue uno de los motivos de la tragedia cuando se inició el incendio, al parecer por causas fortuitas (la rotura de una lámpara de queroseno).
Los testigos explicaron ayer con horror la situación vivida: los gritos de desesperación, cómo golpeaban las ventanas de sus estancias y la imposibilidad absoluta de rescatarlas de inmediato. Veintitrés de las 165 chicas que se hallaban en el internado perdieron la vida, según los datos oficiales. Las que pudieron huir del incendio lo hicieron a través de los agujeros escarbados en un muro por los vecinos.
Fuentes hospitalarias de Jos y de otros centros de la zona, que atendieron a las heridas, creen que la cifra de muertos es superior, y que podría llegar a 30. La jefa del internado y otras 15 chicas se encuentran muy graves.
El gobernador de Plateu, Joshua Dariye, declaró tres días de luto que finalizan el viernes. Las banderas están a media asta y se han suspendido todas las actividades oficiales, incluso las previstas ayer con ocasión del Día de la Mujer Trabajadora.
El gobernador, que visitó ayer la escuela destruida por las llamas, prometió ayuda oficial para los familiares. 'No sólo me hallo consternado por lo sucedido; siento que algo más allá de la comprensión humana ha ocurrido aquí', dijo a los periodistas.
Un incendio similar causó la muerte en 1988 a 20 colegialas encerradas en sus dormitorios en una residencia en Bombolulu, cerca del puerto keniano de Mombasa.
