'Madrid no va a perder nunca la chispa que tiene'
No es precisamente el jazz latino un género musical que se practique con frecuencia en España, así que resulta raro que Miguel Blanco se dedique a ello. Este extraordinario bajista de 36 años, educado en las célebres escuelas musicales de Berkelee (Boston, EE UU), lleva desde los 14 años en bandas de sonido tropical. Primero en Barcelona, adonde llegó procedente de la inmigración conquense, y desde 1992, en Madrid. Blanco ha colaborado con muchas estrellas del jazz y la música caribeña. Arreglista y bajista de Omara Portuondo, Olga Guillot y Paquito D'Rivera, entre otros; líder del primer grupo español de Lucrecia, y director actual de la Big Band del Taller de Músicos, su versatilidad musical le ha llegado hasta para acompañar al cantante melódico Francisco. Con músicos latinos que frecuentaban el circuito tropical del Madrid nocturno, formó hace cinco años La Calle Caliente, uno de los escasos proyectos que se dedican en el Foro a la ejecución y difusión del jazz latino, ahora un poco más en alza gracias a la película Calle 54, de Fernando Trueba. La Calle Caliente acaba de publicar su primer disco, grabado hace tres años, y hoy lo pone de largo en Clamores (Alburquerque, 14. A las 22.00, 800 pesetas).
Pregunta. Por fin un disco bajo su propio proyecto, ¿no?, usted que ha colaborado en tantos discos de otros.
Respuesta. Pues sí, ya era hora... Y éste lleva grabado unos años. Antes había hecho -y sigo haciendo- muchas colaboraciones y arreglos con cosas que tienen que ver con el jazz en general, no sólo con el latino.
P. ¿Es fácil encontrar músicos latinos en Madrid?
R. Cada vez hay más, la verdad, pero cuando empecé no había tantos. La génesis de La Calle Caliente está en Habana Conexion, un grupo que tocaba casi a diario en el Café del Mercado en los primeros años noventa.
P. ¿No es menos comercial el jazz latino frente a otros géneros de origen caribeño?
R. El jazz latino es más difícil que la salsa, el son o el merengue, que ya han vendido algo más; esperemos que ahora se ponga de moda.
P. Parafraseando el nombre del grupo que lidera, ¿está la calle en Madrid caliente?
R. Está un poco tibia, menos caliente que cuando llegué, pero es que los noventa han sido malos en general para todo. Impera la economía, la tele... Aun así, creo que Madrid no va a perder nunca la chispa que tiene, la mezcla de gente... Pero para el jazz latino es durísimo, tenemos un circuito muy reducido, apenas tres o cuatro locales para una ciudad de cuatro millones.
P. ¿Y ve diferencias con respecto a su etapa barcelonesa?
R. Lo que no he visto en la calle es la rivalidad que dicen que hay, más bien he vislumbrado ignorancia mutua, y es una pena porque Madrid y Barcelona se complementan: la estética y el color mediterráneo de allí con el calor del madrileño y su alegría.
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