'El comercio de autopista es una amenaza para el modelo mediterráneo de vida'

P ep Pérez (Nules, Castellón de la Plana, 1957) es el director de CentroTiendas, una iniciativa empresarial participada por las federaciones del pequeño comercio para ofrecer servicios que hagan más atractivo el llamado comercio de ciudad en su competencia con el comercio de autopista. Máster en administración y dirección de empresas, Pérez fue director técnico de la organización agraria Unió de Llauradors i Ramaders del País Valencià entre los años 1989 y 1996.

Pregunta. ¿Qué pasará el día en que la Iglesia levante sus templos en los centros comerciales?

Respuesta. Ya hace 2.000 años que la Iglesia instala sus franquicias en el centro, porque, de hecho, la ciudad se conforma a partir del centro que integra la plaza, el mercado y también la iglesia.

P. Pero ahora el proceso es al revés, se instala un centro comercial en las afueras, se ponen cines y restaurantes y la función de la plaza pública se sustituye por la cultura del centro comercial.

R. Sí, tratan de reproducir el centro de la ciudad en el nuevo dosel del consumo, pero les faltan fe y luz: ¡a ver cuando hacen un megacentro con alguna ventana, un reloj y unos bancos para sentarse!

P. ¿Los comercios de autopista son una amenaza mayor para el pequeño comercio que los grandes almacenes urbanos?

R. El tamaño hoy ya no significa gran cosa. Intentar reproducir, con recursos públicos, la vida urbana en la autopista es una amenaza no tanto para el comercio como para la propia ciudad, para el modelo mediterráneo de vida.

P. ¿Con recursos públicos?

R. El comercio de autopista, peri-urbano aunque se disfrace de centro, se ha desarrollado con el apoyo decidido de las administraciones locales, en muchos casos de manera errática, pero siempre favoreciendo la migración de la inversión pública y privada hacia la periferia en detrimento de la propia ciudad.

P. Usted habla de modelo mediterráneo, pero parece que vamos hacia un modo de vida americano, el carro pasó a la historia, cada vez se anda menos y se utiliza más el coche.

R. No es una cuestión de tipo de vehículo, sino de la manera como se concibe la ciudad y el ocio. La ciudad es el lugar más idóneo para habitar, para trabajar o para practicar el ocio; es el lugar donde se realiza la cultura.

P. Con la incorporación de la mujer al trabajo y el reparto de las tareas del hogar la ampliación de los horarios comerciales parece imparable.

R. Es necesario adaptarse a las necesidades de los ciudadanos, incluso modificando los horarios tradicionales, aunque con las 72 horas semanales vigentes hay suficiente margen.

P. El hecho de que cada vez haya más gente para la cual comprar es una forma de ocio también aboca a la apertura en festivos.

R. En una cierta cantidad de productos y servicios, sí que parece evidente, pero, en general, la demanda está satisfecha con seis días a la semana.

P. ¿La venta electrónica es una enemiga para el pequeño comercio?

R. No, es una oportunidad que hay que aprovechar. La nueva economía revaloriza la capacidad de adaptación y reduce la importancia que tiene el tamaño para la pequeña empresa. En cierta manera, las nuevas tecnologías democratizan el mercado igualando las oportunidades.

P. ¿Qué actuaciones realiza su empresa con los pequeños comercios asociados?

R. Ofrecemos servicios que ayudan a mejorar la posición competitiva del comercio urbano, su atractivo comercial. Nuestra tarjeta de compra la usan ya 65.000 valencianos. También trabajamos en la reducción de costes con sus proveedores; favorecemos los procesos de organización, de ordenación territorial y de adaptación a las nuevas tecnologías, al comercio electrónico.

P. ¿Y no son muy conservadores los comerciantes?

R. Sí, en general sí. La respuesta ante los cambios siempre nos da la impresión de ser más lenta de lo que convendría, sobre todo en situaciones tan aceleradas como las que estamos viviendo con la llamada revolución informacional. Sin embargo, en las empresas valencianas y catalanas se concentra la mitad del comercio electrónico real que se realiza en España.

P. Usted forma parte del colectivo ciudadano Valencians pel canvi; si España va bien ¿para qué cambiar?

R. En 1999 me sentí moralmente obligado a participar junto a un grupo de intelectuales y profesionales en una plataforma cívica, creada para combatir desde el compromiso individual, el clima de inhibición y de pesimismo colectivo, para ayudar a cambiar muchas cosas.

P. ¿Son ustedes los compañeros de viaje del Bloc Nacionalista Valencià?

R. No, no. El objetivo es realizar propuestas de progreso para los cuatro millones de valencianos desde el análisis, el debate y la reflexión, en positivo, pero no desde la acción política partidaria.