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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Periodismo de ricos

Hasta ayer, 3 de marzo de 2000, no se ha registrado un solo enfermo, en nuestro país, de la llamada nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, o sea, del mal de las vacas locas; sin embargo, el consumo de carne de vacuno ha descendido en un 50%, si nos atenemos a las estimaciones más o menos oficiales que se conocen.

Las medidas en torno a la enfermedad son tan aparatosas que han llevado a publicar docenas y docenas de páginas sobre el asunto.

Mientras, ganaderos y carniceros claman pidiendo ayudas y aseguran que sus negocios corren serio riesgo de hundirse.

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Algunos representantes de estos sectores ya han manifestado su opinión, en el sentido de que los medios de comunicación están creando una alarma injustificada que no se corresponde con la realidad del riesgo que la enfermedad entraña.

En el fondo, este planteamiento nos llevaría a volver, una vez más, sobre una vieja cuestión-acusación: ¿por qué los periódicos sólo publican malas noticias?

¿Sería necesario que cada vez que el lector encuentra una información potencialmente alarmante sobre las vacas locas la leyese acompañada de otro texto que recordara la escasísima incidencia de la enfermedad en la población humana?

Esa posibilidad la aplaudirían, sin duda, carniceros y ganaderos. Tampoco el Gobierno dejaría de alabar una iniciativa parecida para que se aliviase la presión social.

Pero nada de eso se ha producido, y puede afirmarse, sin riesgo de errar, que no ocurrirá.

Más aún, Javier Sampedro, que ha firmado muchas de las informaciones sobre el problema de las vacas locas, se muestra convencido de que si se detectase un solo enfermo en nuestro país a causa de esta enfermedad, 'la repercusión mediática sería enorme', aunque 'las implicaciones para la sanidad española serían prácticamente nulas', sobre todo si, como parece más probable, pudiera detectarse en alguien que se hubiese contagiado mientras haya vivido en el Reino Unido.

El propio Sampedro recuerda que, desde 1996, cuando se detectó por primera vez en el Reino Unido, se han contabilizado allí 85 casos, a los que hay que añadir uno en Irlanda y tres en Francia.

Miguel Ángel Bastenier, subdirector de relaciones internacionales del periódico, buen conocedor de la prensa extranjera y de los resortes del fenómeno informativo, ha respondido a algunas preguntas del Defensor sobre el tratamiento que ha dado el periódico a este asunto. ¿Hay desequibrio entre el volumen de noticias alarmantes y las que, potencialmente, podrían tranquilizar a los consumidores? ¿Tiene obligación el periódico de compensar las alarmas con noticias u opiniones científicas que llevasen a minimizar los temores?

Las respuestas, a partir del suceso de las vacas locas, tienen mucho que ver con alguno de los fundamentos de esta profesión y, por ello, pueden tener interés para los lectores.

En su opinión, las sociedades suficientemente desarrolladas, como la nuestra, manifiestan una hipersensibilidad hacia la salud y hacia la preservación de cualquier derecho. Los periódicos serían, en este sentido, altavoces de esa actitud.

Pero, sobre todo, y desde el punto de vista más estrictamente profesional, los periódicos recogen en sus páginas, fundamentalmente, 'los desarreglos de la realidad, las alteraciones del encefalograma de la actualidad'.

'No se puede contar lo que no ha ocurrido, carece de sentido publicar que la Sagrada Familia de Barcelona sigue en pie. Así, salvando las distancias, carece de sentido insistir en que todavía no se ha registrado ningún enfermo por vacas locas'. Además, recuerda -también lo ha hecho Javier Sampedro- que se ha informado en varias ocasiones, aunque haya sido de forma secundaria, de que no hay, por ahora, una incidencia significativa en la población y de que es nula en nuestro país.

El Defensor piensa que una actitud persistente del périódico tratando de magnificar la ínfima repercusión de la enfermedad entre los humanos sería vista, muy probablemente, como un intento de manipular al lector, que buscaría, de inmediato, oscuras razones para explicarse tal comportamiento.

Probablemente, las vacas locas ofrecen un supuesto a sociólogos y teóricos de la información para reflexionar sobre el papel de la prensa como vehículo de la hipersensibilidad -legítima, sin duda- de los ciudadanos, en sociedades desarrolladas, ante problemas cuya incidencia real se desconoce pero que provocan gran alarma por el mero hecho de plantearlos.

Es, sin duda, una manifestación de periodismo en sociedades ricas, capaces de inquietarse con sólo atisbar que algunos riesgos lleguen a concretarse, aunque la opinión científica mayoritaria no pronostique una gran extensión de los daños.

20 razones

El Defensor se ha encontrado esta semana con una curiosa protesta que nace de la propia Redacción, no de los lectores.

Se ha publicado un anuncio, a media página, de la película Gran Marciano que incluye, como reclamo, un texto tomado de El País de las Tentaciones, con un titular que reza '10 razones para ir a ver esta película' y el decálogo recomendatorio.

Los responsables del suplemento han hecho ver al Defensor que el periódico publicó un texto a dos columnas y a toda página en el que se concedía idéntica extensión a las 10 razones 'para ir' y a otras tantas 'para huir', por lo que creen que estamos ante una utilización sesgada de su opinión.

El Defensor deja constancia de que Tentaciones ofrecía pistas a los lectores, en un intento de equilibrar los pros y los contras del producto cinematográfico.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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