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Columna
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'Pintxos' electos

No es una errata. Ni erectos, ni selectos. Cualquiera de estos adjetivos hubiera roto el doble sentido, pues, si erectos, podríamos pensar en espinas de rosa, zarzas, alambradas u otras cosas que si no gozan se pinchan. Si selectos, la barra estaría repleta de exquisiteces, sofisticadísimas últimamente y con unos nombres más nutricios que un marquesado; basta con ver la cara que se le pone a la camarera cuando los pronuncia: el recopón de la culture para quien, al oírlos, se convierte en no menos que la princesa de Polignac. La aristocratización de las masas pasa hoy por los fogones; el resto es camiseta sudada. En cuanto a la culture, es una aceituna que ha dejado de ser una aceituna: es un pintxo. Pero estábamos en que ninguna de las dos cosas, sino ambas, o sea, serectos. Mas como no me gustan las palabras baúl, he expulsado esa última palabra del sueño y la he traducido por electos. ¿No son acaso como zarzas, o como la flor de pitiminí?, ¿no pinchan, ladran, se hinchan como el perro de aguas que se le coló a Fausto? Vean cómo temen la pérdida de selección, véanlos erectos, ansiosos al ver pasar la bandeja de pintxos donostiarras que tanto codician. Señores, modérense, que hay para todos. Comprueben, si no, esta degustación que he seleccionado de la elaboradísima, ñoñoñísima, chandalísimojatorril culture donostiarra.

Podríamos empezar con una 'lengüecillas de rana con merengue de sapito al albaricoque', pues se da el caso de que a una amiga mía, a la que llamaré Cordelia por discreción, entre lenguas y lengüecillas le dieron la culture. Mi amiga, donostiarra de nación y devoción, profesora para más señas, y residente en Inglaterra durante muchos años, aprendió, lejos ya la adolescencia y cercana la plenitud, nuestra sagrada lengua vasca. El hecho, que debiera ser celebrado por quienes no escatiman sacrificio ninguno para los demás, sólo ha servido para ponerla en la picota. Profesora de Historia en euskera, así, de sopetón, mi amiga se pasaba al parecer a veces al castellano, supongo que por necesidad propia y seguramente también por necesidad de sus alumnos. Pues bien, el calvario comenzó cuando sus alumnos, aún con pieles de albaricoque, la llamaron 'extranjera'. Mi amiga reaccionó como se debe, y su dignidad le supuso una campaña de carteles y sentadas contra ella. Un buen premio para quien ha realizado un inmenso esfuerzo. ¿Merecía la pena ese pintxo? Ahora que el gran drama consiste en si los rótulos han de ser bilingües o no, prefiero dejar constancia de la situación de muchas personas que han visto su vida profesional convertida en un suplicio.

Y bien, visto el primer plato, podríamos seguir con el segundo, una 'crema a las dos aguas con nube de escalibada y xirimiri de marmitako en otartxo wagneriano' un pincho tan suculento como la longitud de su nombre. Pues también se da el caso de que, envidiosos quizá de los ritos surferos que organizan en Biarritz con curtidos hawaianos en taparrabos, mi alcalde Odón y el alcalde de Barcelona juntaron aguas y parieron un símbolo. Bien sabemos que los símbolos son inefables, tan inefables como esta pasión barcelonesa que le ha surgido a nuestra curia civil y que viene a ser como el fular de un duque: un signo de distinción. El clavel de la tercera vía, para que no nos confundan. A uno Barcelona siempre le ha parecido bona, pero ahí al lado está Bilbao, de la que parece que huímos. Tanta Euskadi y tanta leche, y no somos capaces de juntar agua del Urumea y agua del Nervión para sacar petróleo.

Y si no están ya empachados, les propongo como tercer pintxo un 'taquito de besugo a las algas con nieve de bogavante pasada de rosca'. Pues se da el caso igualmente de que han empezado ya a darle a la lengua, y no precisamente para besar a lo gabacho. Ya el padre prior se sentó en el sitial y empezó a señalar consortes, que si con el PSE, que si con EH...¿que si con el PP? Porque, habrá que gobernar, sancionó luego, sin que le pasara por la cabeza la sospecha de que pudiera no ser él quien siguiera gobernando. Y ahí continúa, que si con el PSE, que si con EH... ¿que si con el PP? No lo excluyan, pues con tal de gobernar, éste es capaz de vestir de novia a quien flageló la víspera. Pero pueda ser que las novias busquen ya a otros pimpollos. ¡Ah juventud!

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