La Eurocopa y la generación perdida
Casi un año después de la Eurocopa, el fútbol español se enfrenta al problema de la generación perdida. De aquel torneo salieron dañados varios jugadores, expuestos a altísimas exigencias que no pudieron superar. Casi todos rondan los 25 años, edad perfecta para confirmar lo que se esperaba de ellos, de gente como Valerón, Aranzabal o Etxeberria, capitales en los brillantes partidos de la selección durante el primer año de Camacho y casi desaparecidos para el gran fútbol. A ellos puede añadirse Fran, distanciado de este grupo por edad, pero relacionado por estilo de juego. El único caso particular corresponde a Molina, que pagó un error con un castigo que no ha afectado a su carrera, ahora como sólido meta en el Deportivo.
Sólo Etxeberria ha figurado con cierta asiduidad en las convocatorias de Camacho desde el fiasco de la Eurocopa. Pero ahora no es el jugador directo y valiente que tomaba riesgos frente a los laterales. No era Figo, pero sí una versión casera y bastante interesante. Su caso revela el efecto de la Eurocopa sobre muchas de nuestras promesas. Dio la impresión de que Etxeberria se sintió intimidado cuando tuvo que medirse a lo mejor del fútbol europeo. Quizá porque las expectativas en torno a España eran altísimas, varios jugadores sorprendieron por su apocado carácter, inservible para la gran competición.
Una jugada retrata perfectamente la situación que se vivió en la Eurocopa y las consecuencias que trajo. Apenas en el segundo minuto del esperadísimo partido contra Francia, Helguera leyó perfectamente el estado de la defensa rival y tiró un pase perfecto para Fran, que recogió el balón por detrás de la línea y se dirigió en solitario hacia la portería. Nunca ha sido el más rápido de los futbolistas, pero en el Deportivo hubiera resuelto la jugada con todas las garantías. Pero lo que tantas veces repitió en su equipo no le sirvió para nada en aquella acción decisiva. Atenazado por la responsabilidad, atacado por los nervios, Fran se arrugó. 'Casi empezó a correr hacia atrás', recordaba ayer en Birmingham uno de sus compañeros. En el minuto 20, Fran fue sustituido por Camacho. Nunca más ha vuelto a la selección.
Fran es un gran futbolista, básico en la imponente ascensión del Depor hasta la cumbre de la Liga. Pero a veces la seguridad que se muestra en los asuntos domésticos no sirve para los grandes desafíos internacionales. Lo pagó Fran; lo ha pagado de alguna manera Etxeberria, todavía convaleciente de los efectos de la Eurocopa; le ha ocurrido lo mismo a Valerón, jugador exquisito que jamás se comprometió con la suerte de la selección en aquellos partidos; lo acusa Aranzabal, cuya superioridad sobre Sergi parecía indiscutible, pero no consiguió confirmarla cuando contaba. Fue demasiado sensible a los acontecimientos de la competición. Todos ellos han cambiado su papel en el campeonato español. No queda nada de su protagonismo anterior, fagocitados por la Eurocopa en la mejor etapa profesional de la mayoría de ellos. Son la generación perdida del fútbol español. El tiempo y los jugadores que han tomado su bandera dirán el daño que puede causar su ausencia en la selección.
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