_
_
_
_

El drama de las cárceles brasileñas

Son muchos los observadores políticos que se preguntan qué está pasando en las cárceles de Brasil, donde no sólo los detenidos viven hacinados en edificios viejos y decadentes y donde las horribles condiciones de vida han sido tantas veces denunciadas por organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o las diferentes comisiones defensoras de los derechos humanos, sino donde se está creando un contrapoder , como el del PCC (Primer Comando de la Capital), que acaba de pedir nada menos que ser reconocido políticamente.

El PCC no sólo quiere entrar en política sino que acaba de afirmar en un comunicado que no va a permitir ser apellidado el "partido del crimen" y que ha decidido convertirse en el "sindicato de los presos". Por lo pronto, los líderes del PCC se sienten ya con fuerza suficiente para entablar negociaciones con las autoridades de São Paulo, donde el día 18 consiguieron movilizar en rebeldía general a 29 presidios de 19 ciudades de dicho Estado. Y acaban de ofrecer 90 días de tregua en las cárceles a condición de que sean trasladados algunos compañeros a cárceles de otros Estados.

Que la fuerza del PCC es grande lo demuestra el hecho de que el juez responsable de las cárceles de São Paulo, Octavio Augusto Machado de Barros, tras un encuentro con dos de los cabecillas del PCC, los detenidos Idemir Carlos, llamado El Sombra , y Jonas Mateus, ha declarado que el Gobierno debería entablar un diálogo con los rebeldes ya que la represión, ha dicho, "sólo servirá para agravar las cosas". En efecto, hasta ahora, el Gobierno, por boca del gobernador interino de São Paulo, Geraldo Alckmin, se ha negado a escuchar las reivindicaciones políticas del PCC y ha prohibido las visitas de familiares y amigos a los presidios que se habían amotinado el domingo en señal de "castigo". Según el juez Machado, "existe ya una escalada de violencia programada en las cárceles; se prevé la continuación de las rebeliones y motines y un riesgo cada vez mayor para las familias de los presos, los directores de las cárceles, los jueces y los funcionarios de penales".

A los presos les ha salido, sin embargo, un buen defensor donde menos se lo esperaban: la Conferencia Episcopal de Brasil que, por boca de su presidente, el obispo Jaime Chemello, ha criticado duramente el desvío de fondos que debían estar destinados a la mejora de las cárceles a pagar la deuda externa. Según los obispos, más de un tercio de los 300 millones de dólares recaudados por el Fondo Penitenciario Nacional (Funpen) en los últimos seis años han sido retenidos por el Tesoro Nacional.

Y ése es el gran peligro: que los grupos más violentos en el interior de las cárceles, quienes no tienen escrúpulos en decapitar o degollar, como ha ocurrido los últimos días, se alcen en defensores de los otros presos sirviéndose del vacío dejado por las autoridades públicas, incapaces de resolver el problema. Basta pensar que, en las cárceles, el PCC es quien decide todo: hasta alquila y vende celdas, controla la comida y la venta de drogas, el reparto de teléfonos y los castigos, incluida la pena de muerte. Una acción que va más allá de la cárcel, ya que todo detenido que haya conseguido la libertad tendrá que seguir cotizando para sus ex colegas de prisión, so pena de sufrir terribles represalias. Y nadie puede contra ellos. Por más revistas que realice la policía, ellos siguen en posesión de armas, drogas y teléfonos. Y aunque los más fuertes y visibles son los del PCC, en realidad existen cinco grupos organizados en las diferentes cárceles del país, casi todos ellos nacidos de la experiencia del Comando Rojo de los penales de Río de Janiero que dio origen al PCC.

Evandro Lins y Silva, considerado el mayor criminalista brasileño, fue ayer muy explícito en una entrevista concedida, a sus 89 años, al diario Folha de São Paulo . Dice que lo que le maravilla es que, dadas las condiciones en las que están las cárceles de Brasil, "no haya más rebeliones y violencias". Y afirma: "Son una escuela de crueldad, de maldad y de insensatez". Ex ministro del Supremo Tribunal Federal Lins piensa que los presos "se están despertando" y que las causas de la criminalidad son "eminentemente sociales". A la pregunta de cómo pondría él remedio a dichas rebeliones, que podrían agravarse y multiplicarse, el criminalista responde: "No se pueden evitar. Nadie pesca moscas en el vinagre. Este sistema penitenciario ha resultado completamente fallido".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_