Cohn-Bendit, acusado de pederastia en su juventud
Daniel Cohn-Bendit, el Dany el Rojo de la fatigada mitología progresista de Mayo del 68, anda estos días acosado por su sinceridad y su pasado. En 1975 escribió un libro sobre su experiencia como educador en una guardería autogestionada de Francfort. Contaba entonces cómo algunos críos 'abrían la bragueta de mis pantalones y me hacían cosquillas'. Para la encarnación del Prohibido prohibir era impensable reprimir a los niños y de ahí que reconociera que su 'flirteo permanente con los críos enseguida adoptara las formas del erotismo. Y lo increíble es que la mayor parte del tiempo me sentía desarmado'.
En 1975 nadie se indignó. Los padres contraculturales que llevaban sus retoños a la guardería de Dany nunca pensaron que el pelirrojo tuviera pulsiones pedófilas que pusieran en peligro el equilibrio de sus hijos. Ninguno de éstos, 25 años después, le ha denunciado ni se ha revelado traumatizado por su tolerancia. Pero otros niños de pasado complicado no le perdonan que hoy sea un ecologista liberal.
Es el caso de Bettina Röhl. La hija de Ulrike Meinhof, la célebre militante de la Fracción del Ejército Rojo suicidada en prisión en 1976, no les ha perdonado a los antiguos amigos o camaradas de su madre que hoy sean gente bien integrada dentro del sistema. El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, ha visto resurgir su pasado de radical a través de Bettina. Y es la página web de Bettina la que ha resucitado el texto de Cohn-Bendit. 'Sabiendo lo que hoy sé de los abusos de que son objeto algunos niños me da vergüenza lo que escribí entonces. Obré con ligereza', dice Cohn-Bendit. De ahí, de darse cuenta de que ciertos temas no pueden ser abordados a partir de eslóganes a acusarle de corruptor de menores hay un largo trecho. Quienes quieren recorrerlo también quieren poner en la picota los sueños libertarios de los hippies o de los rojos alternativos. No se trata de acusar sólo a Cohn-Bendit: Marx, Wilhelm Reich, Kandinsky, Schoenberg, Gide o Nabokov también son culpables. O, como dice Bettina Röhl, 'traidores' a lo que fueron.
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