_
_
_
_

Enrique Santana pinta el paisaje urbano de Chicago con un espíritu romántico

El artista recibirá la Medalla de Andalucía

Enrique Santana (Lepe, 1947) echa de menos España y Andalucía, su luz y su gente, en un Chicago, la ciudad de las anchas espaldas, cuyo paisaje urbano retrata intensa y apasionadamente desde hace 10 años. Alumno que fue de Antonio López, Santana se distancia de lo que parece pintura hiperrealista para definirse como un romántico. 'Igual que los románticos ponían al hombre frente a la naturaleza, yo coloco al hombre frente a los grandes edificios; busco la glorificación de la arquitectura', dice mientras ultima para la Reserva Federal de Chicago un cuadro de gran formato (2,5 por 3,5 metros) y dos piezas que retratan un cañón de rascacielos reflejado en el río que da nombre a la ciudad.

Santana va a recibir el miércoles la Medalla de Andalucía, que otorga la Junta, por el modo de plasmar la luz y el mar de la región. 'Yo nací en la Costa de la Luz y eso se lleva para toda la vida', dice en su piso de Chicago, en una torre construida por Mies van der Rohe junto al lago. 'Mies era un artista. Crea una atmósfera y unas proporciones que hacen mágico vivir en uno de sus pisos'.

Desde su casa tiene a punta de pincel todos los rascacielos de la ciudad, algo muy útil en un Chicago que puede vivir seis meses de invierno. 'Aquí la luz es muy limpia', dice. 'La intensidad del frío y la falta de nubes dan un sol muy brillante. Y el viento, además, hace que el aire esté muy limpio'.

El onubense llegó a Chicago, atraído por su arquitectura, para una visita que pensaba de meses y aquí lleva 10 años. 'Yo siempre he pintado aguas', señala. 'En Chicago empecé pintando el lago y en los reflejos de los edificios descubrí la arquitectura. Luego ya ha sido profundizar en ello'.

Su obra es un retrato infinito y dramático de la ciudad, desolador en la línea de Hopper, que sólo en los reflejos sobre el agua da respiro al espectador. Las figuras humanas, cuando muy esporádicamente aparecen, quedan aplastadas por los edificios. Santana relaciona este retrato urbano del siglo XXI con el de la naturaleza del romanticismo novecentista. Cita al alemán Friedrich antes de matizar: 'Mi pintura es romántica, pero también mágica y simbolista'.

Santana es un autodidacta que estudió Magisterio, Filosofía y Letras y Psicología antes de entregarse en exclusiva a la pintura. Se siente deudor de Antonio López, con quien hizo un curso en Bellas Artes en 1982, y del profesor José María Garayo. Los estudios de psicología produjeron 'una carga surrealista muy fuerte' en su primera obra. 'Cuando se es joven se es expresionista porque se tiene más fuerza que intelecto. Prima la necesidad de decir cosas', explica. 'Ahora hay más conexión entre sentimiento y razón. Es una forma más sutil, no tan llamativa, de decir cosas'.

A España viaja de vez en cuando y, además de la retrospectiva del año pasado en Lepe y el Museo de Huelva, ha expuesto en Madrid, Barcelona, Valencia. Tiene obra suya la baronesa Thyssen. Su mundo -a pesar de la añoranza por España: 'Echo de menos la intensidad de la vida, la forma de relacionarse, la luz'- está en Chicago. 'Esta ciudad me ha dado la oportunidad de desarrollarme como persona y como artista', dice. Pinta y vende cuadros a precios que oscilan entre los 5.000 y los 60.000 dólares (de 900.000 a 11 millones de pesetas), que están en colecciones particulares e institucionales de Europa y EE UU, sobre todo en Chicago.

El doble cuadro en que trabaja ahora para la Reserva Federal de Chicago es una instantánea de la ciudad asomada al río, con un juego complementario y contradictorio de luces: la vista hacia el sur es matutina y de luz fría; la del norte, vespertina y cálida. 'Me siento a gusto aquí'. Nueva York no le tienta. 'Arquitectónicamente, Chicago es mucho más interesante. Y la vida es más agradable. Nueva York es el mercado. No tanto para producir arte. Antes era imprescindible vivir en Nueva York. Hoy se puede vivir en Madrid o en Chicago y con la globalización y las ferias de arte se puede estar en todo el mundo'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_