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Hernández Pijuan dice que con su pintura trata de conocerse a sí mismo más que comunicar

El pintor Joan Hernández Pijuan (Barcelona, 1931) dice que le gustan los espacios vacíos, que disfruta estando solo, en silencio y rodeado de pocos elementos. Su forma de ser se refleja en su pintura, hecha con parquedad de formas, colores escasos y fondos neutros. 'No es algo buscado, sino encontrado; llegar a pintar así me ha costado muchos años ', apunta. 'Es más una forma de conocerme que de comunicar'. El pintor inauguró ayer en la galería Colón XVI (Colón de Larreategi, 16), de Bilbao, una exposición con 17 obras, abierta al público hasta el 20 de marzo.

Hernández Pijuan es un hombre alto y enjuto, con el pelo completamente cano, que viste, con la misma austeridad que emanan sus cuadros, una camisa y un pantalón vaqueros. 'No quiero sintetizar cuando me pongo ante un cuadro', asegura. 'La pintura es más una forma de conocerse que una forma de expresión, de comunicarse, como mucha gente dice. Pintar ha sido una manera de reflejar como soy yo mismo'.

Hernández Pijuan no cree que exista una jerarquía que ordene la importancia de la pintura, la obra sobre papel, o los grabados. 'Los papeles no son bocetos de los cuadros, ni los cuadros parten de obra sobre papel; todo es un mismo mundo', explicaba ayer ante la obra expuesta en Bilbao, realizada en los últimos dos años. En la galería se han reunido 17 piezas, la mayor parte gouaches y pinturas de pequeño formato. 'La gente enfatiza más la obra sobre tela, pero yo desde hace unos años hago muchos dibujos pequeños. Me gusta la libertad total que me permiten y quiero que los óleos me dejen la misma sensación de estar tranquilo', señala.

Paisajes sintetizados

Sobre los fondos neutros, los trazos sencillos de Hernández Pijuan evocan paisajes, sintetizados al máximo. 'Siempre hay en la pintura un punto de partida de las cosas vividas. ¿Qué cosas son? No lo sé. Son sensaciones sentidas ante un paisaje, ante caminos, ante surcos, ante un árbol. Tengo que tener los pies en el suelo y partir de la realidad que conozco. Trabajar sobre lo desconocido, para mí', dice, 'es imposible'.

Hernández Pijuan cuenta que a veces quiere no ser un pintor de formas sencillas. 'Quiero hacer cuadros de muchos elementos, pero vas eliminando. La síntesis es, más que poner una sola cosa, eliminar cien'.

Artista de formación académica -estudió Bellas Artes en la Escuela de Sant Jordi, de Barcelona- afirma que sus conceptos artísticos nacieron de ver mucha pintura. 'Yo he sido un pintor poco hábil. Posiblemente, para ocultar mi torpeza he ido refugiándome en pocos elementos, en esa monocromía. Ha aflorado en la pintura como soy yo', repite.

Se siente un pintor tradicional que disfruta con los materiales de su oficio, con el contacto con el papel, el lienzo y la pintura, y con el proceso de creación de los grabados. 'Me gusta que la mano también piense', revela. Hernández Pijuan no cree que la competencia de los nuevos soportes electrónicos sea un problema para la supervivencia de la vieja pintura.

'Pueden convivir distintas formas de entender el arte y cada una tiene su idoneidad', defiende. 'La pintura no es sólo imagen; tiene actividad, está hecha con la mano, tiene una textura y es táctil. Aguanta más tiempo de mirada que otros sistemas mecanizados. Yo diría palabras caídas en desuso cuando se habla de pintura: misterio, tensión, sutileza. Los otros medios tienen sus propias características. La pinturas y la fotografía y el vídeo son parientes, pero mucho más lejanos de lo que se piensa'.

En su propia obra encuentra el mejor ejemplo para demostrar las virtudes de la pintura. 'Estos cuadros, de tan pocos elementos, se sostienen porque la pintura crea una tensión, que no sé exactamente qué es. Exige una mirada frontal y más lenta, para ir adivinando todos esos detalles. Por eso, cuando reproduces una pintura fotográficamente, se muere. Se convierte es pura imagen'.

El recuerdo del éxito de asistencia de público y de ventas en la última edición de Arco, clausurada el pasado lunes, le hace afirmar que el nivel artístico y la profesionalidad de las galerías ha subido mucho en 20 años. La crítica especializada no sale tan bien parada: 'Muchos críticos utilizan el arte como una ilustración de su pensamiento'.

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