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LA OFENSIVA TERRORISTA

Destacados dirigentes políticos asisten al funeral de las últimas víctimas

Maribel Marín Yarza

Dos familias rotas, dos funerales, dos homilías distintas para arropar a las víctimas y reprobar un único terrorismo, el de ETA. Ayer se escenificó por partida doble, primero en Andoain y luego en Tolosa, el dolor de los familiares de José Ángel Santos y Josu Leonet, los dos trabajadores de Elektra asesinados el miércoles en San Sebastián en el atentado contra el concejal socialista de Ordizia Iñaki Dubreuil.

Las víctimas de ETA nunca lloran solas a sus muertos y ayer no fue una excepción. Mucho antes de que comenzara el funeral por José Ángel Sánchez, su viuda, María Pilar, y sus familiares más cercanos, sintieron el calor del pueblo de Andoain a las puertas de la parroquia de San Martín. No habían invitado a los políticos, pero algunos quisieron buscar asiento entre el público para mostrar su apoyo. Entre ellos, el lehendakari, Juan José Ibarretxe; el presidente del PP en el País Vasco, Carlos Iturgaiz; el delegado del Gobierno, Enrique Villar, y el alcalde de Andoain, José Antonio Barandiarán, de EH, junto a un concejal de su formación. Los socialistas no estuvieron presentes en el funeral para no 'instrumentalizar el acto', pero los dirigentes guipuzcoanos Manuel Huertas y Jesús Eguiguren sí se personaron en el exterior de la iglesia.

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La misa, oficiada por el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, comenzó a las cinco de la tarde. 'Nos reúne aquí esta tarde una pena muy grande', dijo. 'José Ángel, un honrado trabajador [de origen gallego] sucumbió ayer bajo el terrible hachazo de ETA. Aquí vino hace muchos años a trabajar. Aquí se enraizó, se enamoró, se casó con María Pilar. Aquí quería vivir el resto de sus días. No se lo han permitido'.

El obispo leyó una homilía sentida, cercana a las víctimas, dura con la violencia y claramente favorable al diálogo como única fórmula para acabar con el terrrorismo. 'Por muchas que sean las dificultades, aun a trueque de ser tachada de utópica e imprecisa, [la Iglesia] no cejará en su empeño de provocar también en el seno de nuestro pueblo la corriente caudalosa de un diálogo que, en palabras de Juan Pablo II, es 'un instrumento insustituible de toda confrontación constructiva, tanto en las relaciones internas de los Estados como en las internacionales'.

Uriarte realizó la misma llamada al diálogo con distintas palabras, dos horas más tarde en Tolosa, en el funeral por Josu Leonet. La hora de los sepelios fúnebres se había fijado de tal forma que tanto el prelado como las autoridades políticas pudieran llegar a tiempo para consolar a las dos familias destrozadas por el terrorismo. Se sentó en la Iglesia de Santa María el lehendakari Ibarretxe, junto a otras autoridades que se vieron en la triste obligación de hacer doblete. Todos ellos escucharon junto a Ana, la viuda de Leonet, y en un templo abarrotado, la emotiva homilía de Uriarte. 'Ana', dijo el obispo, 'tendrás nuestra cercanía, ternura y apoyo'.

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