Luis Enrique alivia los males del Barça
El asturiano, que marcó tres goles, tumbó al conjunto griego, que comenzó mandando
Luis Enrique arregló por su cuenta un partido que tenía muy mal aspecto para el Barcelona y que acabó en goleada. Individualista, agresivo y dinámico por naturaleza, el asturiano es de los pocos futbolistas que no necesita del juego colectivo para marcar, una suerte para los azulgrana, irreconocibles anoche como equipo durante un largo tramo del encuentro. A Luis Enrique le basta con estar en forma, y ahora sus cuentas son sobresalientes: ocho goles en los últimos seis partidos. Dos tantos seguidos del azulgrana acabaron con el tembleque. Jugaban los griegos como Pedro por su casa, llegando por la derecha y por la izquierda, rematando una y hasta dos veces, dominando la escena ante el desconcierto del Barça, presa del miedo, víctima de un partido difícil de jugar, por el rival (sensiblemente inferior), por la ventaja de la ida (0-1), por la frialdad del ambiente y por lo cargado del entorno azulgrana.
BARCELONA 5 | AEK ATENAS 0
Barcelona: Reina; Gabri, Reiziger, F. de Boer, Sergi; Guardiola (Xavi, m.57), Cocu; Luis Enrique (Gerard, m.65), Rivaldo, Overmars (Sergio Santamaría, m.45); y Kluivert. AEK: Atmatsidis; Lakis, Kapsis, Dellas, Costenoglu (Ramos, m.41), Kasapis; Zikos, Maladenis (Zagorakis, m. 35); Tsartas (Petkov, m. 74); Ruíz y Nikolaidis. Goles: 1-0. M. 21. Luis Enrique marca a pase de Guardiola; 2-0. M. 30: Jugada de Luis Enrique, que culmina con un remate cruzado; 3-0. M. 55: Rivaldo aprovecha una asistencia de Kluivert; 4-0. M. 58. Luis Enrique marca tras un pase de Sergi; 5-0. M. 86. Gerard transforma un penalti cometido a él mismo por Kasapis. Árbitro: Braschi, italiano. Expulsó a Kapsis (m.27) y amonestó a Zikos, Maladenis, Costenoglu, Gabri y Kluivert. Camp Nou: unos 40.000 espectadores.
Ni con la alineación titular podía el Barça someter al AEK. Hasta que Luis Enrique remató entre los tres palos una jugada elaborada por Kluivert desde el extremo derecho (1-0) y, acto seguido, el árbitro desarmó a los griegos con una expulsión que no venía al caso. Puesto que el AEK marcaba al hombre, en una muestra de su fútbol desfasado, el equipo quedó roto y a merced del Barcelona, que recuperó el aire y metió un segundo tanto para sacudirse cualquier temor.
Overmars volvió a corretear por la banda, Kluivert se esmeró un poco más en los controles y Rivaldo se juró que marcaría, mientras el entrenador del equipo griego sustituía a cada jugador que recibía una tarjeta para volver a plantar la defensa. El AEK había perdido todo su encanto, y donde al inicio se adivinaba un equipo con dos puntas rápidos (sobre todo Ruiz), capaces de jugarse el uno contra uno frente a Reina, apareció un grupo pasado de moda, poco capaz, superado por el arbitraje y por el rival, que ya jugaba a gusto, pese a que el encuentro continuaba sin gobierno, alocado, falto de tensión y ritmo competitivo, demasiado inanimado. La contienda sólo recuperó un cierto sentido cuando Rivaldo hubo marcado su gol y el equipo pasó a jugar de forma más templada y serena, como lo probó un cuarto tanto, el tercero de Luis Enrique, siempre voraz, nunca conformista, hasta que resultó lesionado (recibió el impacto de un taco). Pese al interés del extremo del filial Sergio Santamaría por quedar bien, cuanto quedaba de partido fue un suplicio, sobre todo por el griterio de la hinchada griega (había 3.000 seguidores en el campo) muy cargante y tan pesada, al fin y al cabo, como el partido, que acabó con un gol de penalti de Gerard.
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