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Reportaje:Terrorismo internacional

'CARLOS', EL ASESINO IRREDENTO

A sus 52 años, el que fuera la obsesión de la policía y los servicios secretos occidentales, cumple cadena perpetua en una cárcel de París. Pero el venezolano Carlos El Chacal no se arrepiente de su sangriento pasado. Y desde su celda proclama a EL PAÍS el orgullo de su trayectoria 'revolucionaria'.

Cumple cadena perpetua en una cárcel de París, sembró de sangre y terror las capitales europeas, fracasó en todos sus pretendidos objetivos solemnes de revolución y acabó abandonado por sus patrones, vendido por sus últimos protectores y convertido en un juerguista fatuo por garitos de Oriente Próximo antes de tornar preso de por vida. Algunos de sus viejos camaradas aún sufren hoy las consecuencias de aquella sangrienta aventura que él capitaneaba financiado por sátrapas árabes y regímenes comunistas del este de Europa.

Joachim Klein, uno de sus hombres en el asalto a la sede de la OPEP en Viena en 1975, fue condenado el viernes a nueve años de prisión por aquella operación, en la que murieron tres personas. Cuando era el hombre más buscado del mundo, su biografía se antojaba apasionante. Hoy, con tan sólo 52 años, no tiene ya más futuro que aplicarse con la lectura entre rejas. Dicen que, en efecto, lee mucho. Sus respuestas a un cuestionario que le hizo llegar este periódico demuestran que la lectura no induce necesariamente a la reflexión. O quizá sólo demuestra los perversos mecanismos a los que pueden recurrir los hombres cuando han de mirarse y juzgarse a sí mismos y a su pasado.

'No tengo de qué arrepentirme, estoy orgulloso de mi lucha'. Así de rotundo es Ilich Ramírez Sánchez, Carlos, cuando se le pregunta si, en estos años en prisión desde que fue entregado a Francia por Sudán en agosto de 1994, ha hecho una reflexión crítica de su pasado.

Carlos es quizás, más que ningún otro, un hombre que sólo tiene pasado. A él se aferra. Hay un prejuicio muy extendido que considera a los terroristas de los años setenta y ochenta como individuos más intelectuales y sofisticados que los descerebrados jovencitos que hoy matan por patria y raza. Carlos demuestra que no es necesariamente cierto. ¿Cree legítimas las operaciones de diversos países europeos para capturarle y llevarlo ante la justicia? 'No, son ilegítimas, nada tienen que ver con la justicia; nunca utilizaron vías legales, y sus objetivos han sido de represión extrajudicial y de manipulación política'. ¿Considera que su actuación y la de sus camaradas ha tenido algún efecto positivo para los movimientos de liberación, los marginados o los oprimidos en el mundo? ¿En Occidente? 'La Organización de Revolucionarios Internacionalistas ha sido precursora, hicimos cátedra, sirviendo de paradigma para la guerra revolucionaria sin fronteras. En Occidente contribuimos principalmente a entrenar, armar y servir de ejemplo práctico a las organizaciones revolucionarias'. Así de fácil es el mundo.

Este hombre, nacido en Caracas en 1949, Ilich, de padre internacionalista, con dos hermanos que se llaman Vladímir y Lenin, que ha viajado, por desgracia para muchos, por todo el globo, no parece tener problemas existenciales ni dudas shakespearianas. Sabe lo que pasa. ¿Por qué han fracasado todos los movimientos armados en Europa, salvo el ultranacionalista de ETA? 'En este periodo unipolar de reflujo revolucionario es lógico que sean exacerbadas las reivindicaciones nacionalistas e irredentistas en los países occidentales. Cada situación es única y de esto depende su viabilidad y su oportunidad. Su necesidad la impone el desclase y pauperización de sectores en aumento de los trabajadores y la creciente marginalidad de jóvenes que no pueden integrarse a la producción, transferida a países sobreexplotados del Tercer Mundo'.

No serán pocos los pertenecientes a la generación de este terrorista los que se estremezcan al recordar que hubo una época en la que hablaban de la misma forma. ¿Siente compasión por las víctimas que produjo su lucha? 'Soy sensible a todo sufrimiento humano, sobre todo al de miles de millones de personas víctimas de la esclavitud del capital'. ¿Alguna vez ha pensado que podía haber encauzado su vida de forma diferente? 'Sí, no fui abogado, persuadido por mi padre, quien me enseñó que no había justicia en Venezuela, por ser de clase, y me aconsejó estudiar algo más útil'. ¿Ha añorado otro tipo de vida? 'Mi vida es como una colección de novelas, no he añorado otro tipo de vida. Lo que me queda de vida lo afrontaré como se imponga, pero en el mismo sentido'.

Carlos se considera sólido en sus convicciones. A los arrepentidos de haber matado con él, los desprecia. Tiene fama de seductor. Pero claro está que él es inasequible. ¿Tiene sentido la lucha armada o el terrorismo en los tiempos actuales? 'El sentido de la lucha armada por objetivos políticos es determinado por múltiples factores; los tiempos, diría yo más bien el tiempo, sólo es uno de ellos, en su oportunidad. Hay periodos de ofensiva y de defensiva, de estudio y preparación, de hibernación y de asalto al poder. Estamos al final de un periodo de resistencia, de preservación de la llama de la revolución, para entrar en un estadio superior de acciones a ultranza contra los criminales yanquis, sionistas y de la OTAN, hasta el fin del interregno unipolar, y un nuevo equilibrio multilateral de fuerzas a nivel mundial, más favorable a la liberación de los pueblos subyugados y de las clases explotadas. Es un desafío histórico. El terrorismo puede ser una estrategia de guerra o un método de combate, los cuales son utilizados ante todo por Estados. En el Estado español es de abolengo'.

¿Cree en la transformación de la persona a partir de situaciones extremas, ya sean de combate o cautividad? 'Las situaciones extremas son un reto que marca al individuo y puede transformarlo, pero no siempre para el bien'. ¿Volvería a hacer lo mismo hoy con sus conocimientos actuales? 'Lo haría aún mejor'.

Carlos es rotundo. No se atisba en sus palabras nada que siquiera sugiera una duda, esa muleta imprescindible del pensamiento. Tantos años de 'vida de novela', como dice, y nada, no queda nada, retórica vacía y patética y una ristra de muertos.

El mito quebrado

Ilich Ramírez Sánchez, El Chacal, Carlos. Fue la obsesión de la policía y los servicios secretos occidentales durante 20 años. Hijo de un acaudalado abogado y ferviente comunista venezolano, su infancia es la de un niño rico permanentemente indoctrinado, con profesores particulares, de viaje por todo el mundo, incluidos estudios en un college en Londres. Para nada el prototipo de explotado. Nunca ha perdido su afición a la vida de rico. En Londres iba por la mañana a la manifestación anticapitalista, y por la noche, a una juerga de millonarios árabes, todas las capitales del este de Europa y Oriente Próximo han sido escenarios de sus fiestas de vino y rosas. Pagadas todas por regímenes totalitarios o puras satrapías. Pocos hombres en la historia han tenido tantos patrones tan canallas como él. Comenzó su carrera profesional en 1968 en la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú, por entonces la mayor forja de cuadros comunistas, agentes de subversión, espionaje y terrorismo del mundo. En 1971 vuelve a Londres y cursa estudios en la London School of Economics. Lo compagina con entrenamientos militares en campos del Frente de Liberación Popular de Palestina, en Líbano. En 1973 intenta matar en París a un empresario judío, Edward Sieff. Es el primer atentado que se le atribuye. Después son decenas las operaciones y los muertos en que se ha probado o se sospecha su participación. El más espectacular fue el asalto a la sede de la OPEP en Viena, donde su comando mató a tres personas, secuestró a 70 y logró huir a Argelia con un rescate multimillonario. Antes había matado en París a dos policías y a un confidente, acción por la que cumple cadena perpetua en Francia. Su estrella se eclipsó definitivamente el 14 de agosto de 1994. Una operación de los servicios secretos franceses llevó a su detención en Jartum (Sudán) y a su inmediata deportación a Francia. Tiene varios casos pendientes. No se arrepiente de nada. Volvería a hacer lo mismo, matar, pero mejor, proclama, si tuviera la oportunidad. Es difícil pensar que la tenga.

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