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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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La tertulia contada a mis hijos

Por increíble que os parezca, una de las primeras cosas que hacen los mayores cada día al levantarse es encender la radio. Bajo la ducha sintonizan la radio; toman el café con magdalenas y oyen la radio; mientras van en coche al trabajo tienen la radio puesta y la escuchan en el atasco. ¿Qué puede haber tan interesante para que les gobierne esta obsesión?, os preguntaréis como niños que sois. Pues las noticias del día. Las noticias y -¡atención!- la tertulia. En realidad, las noticias son una simple excusa para dar paso a los comentarios de la tertulia. ¿Qué es una tertulia? Pues depende: antes se llamaba tertulia a un grupo de gente bebiendo y discutiendo en un bar, sobre todo bebiendo; ahora las tertulias por antonomasia se llevan a cabo en la radio, empiezan alrededor de las nueve de la mañana y huelen a café quemado. Los tertulianos, que así se llaman los protagonistas de las tertulias radiofónicas, saltan a la arena del circo mediático con hambre de éxito, como gladiadores, y hacen todo lo posible para que su opinión triunfe sobre las otras. Son personas que saben de todo, pueden opinar sobre todo y, además, tienen buena voz y están despiertos.

Debéis saber que casi todas las radios tienen su tertulia mañanera, y que en ella encontraréis, sea cual sea la estación sintonizada, al díscolo y el oficialista, al incómodo y la progre, a la madre de familia y el político retirado, al diletante y la famosa. Grandes tertulianos de todos los tiempos son: Sócrates, Platón, Cicerón, Josep Pla, Baltasar Porcel, Pilar Rahola, Francesc Sanuy, Magda Oranich, Xavier Bru de Sala, Juan Adriansens. Hay otros mundos, pero están en éste: Josep M. Minguella, Francesc Aguilar y Tomás Guasch serían los detacados en las tertulias futbolísticas. Escuchad ahora con atención porque voy a contaros algo importante: hay muchos estilos de tertulianos, es cierto, pero en el fondo todas las tertulias se parecen. ¿Todas? En realidad, no. Hay una tertulia que es diferente de las otras en casi todo. Puede escucharse los miércoles y viernes en el programa L'hora del pati, que presenta con gran oficio Albert Om, en RAC 1, todas las mañanas laborables.

Esta tertulia que os digo aparece en antena alrededor de las once y media de la mañana, una hora nada tertuliable. ¿Por qué? Porque sus tres participantes vienen de lejos y no están muy dispuestos a madrugar. Lo suyo no es el café con donut de rigor, ellos prefieren los pies de cerdo con seques del bar de su pueblo y a continuación un buen carajillo de Veterano. Esta es su gasolina. La otra gran diferencia es que estos opinadores de Albert Om no son profesionales del discurso y la oratoria, sino que hablan como habla la gente de su pueblo. Gente sencilla pero tierna, esboirada y un poco salvaje. No conocemos el apellido de estos tres personajes salidos de la nada, sólo su nombre, pero sí que tienen su hábitat particular: Vicenç viene de Sant Feliu de Buixalleu, un pueblo al lado de Arbúcies, de donde es Agustí, y el tercero, Genís, nació y vive en Torroella de Montgrí (aunque él insiste en que hay que pronunciarlo 'Tarruella').

Cuando empecé a escucharles en su tertulia, el pasado septiembre, no sabía nada de ellos, sólo que eran personas humanas anónimas que alzaban la voz para hablar; ahora, a fuerza de frecuentarles, sé que cada semana bajan los tres juntos en el viejo Citroën GS de Genís, endomingados para visitar la capital. Sé también que Agustí es un atribulado comerciante de no se sabe exactamente qué, y que está al frente de la Asociación de Comerciantes de Arbúcies. 'Jubilarme no entra en mis planes, el Intenso es para los otros', dijo, circunspecto, un día que abordaron el problema del retiro. Está casado y con cinco hijos. Genís ha tenido hasta el presente una vida mucho más azarosa: ex monje, colgó los hábitos para casarse con Dolores, una mexicana con quien tuvo un hijo, Carlitos. Se separó de ella para volverse a casar con su esposa actual, aunque últimamente, por lo que sabemos, está muy solo: su esposa se fugó con un alemán de Mallorca. Vicenç tiene acaso un espíritu de mediador en las trifulcas, y es el más comedido a la hora de hablar de su vida privada. Sabemos que está casado, sin hijos -'era el coche o el niño, y nos inclinamos por el coche'-, y que hizo la mili en Cartagena, junto a un tal sargento Rodeles que le hacía beber ribeiro porque era 'un vino muy de allí, de aquella zona'.

En los tres tertulianos que convoca Albert Om se hallan el origen y el final de las tertulias, por eso os hablo de ellos. El origen porque representan la discusión en estado puro, el saltar de un tema al otro con leyes y argumentos, la tertulia sin domesticar; y el final porque ellos encarnan también al oyente de tertulias, ese espécimen de bar que se atreve con todo y que se mete en berenjenales lingüísticos de los que no sabe salir. La diferencia es que detrás de Genís, Vicenç y Agustí se encuentran, en realidad, los tres integrantes de Teatre de Guerrilla -Rafel Faixedas, Quim Masferrer y Carles Xuriguera-, el grupo que está triunfando desde hace unas semanas en el Capitol con su Som i serem. Si queréis prolongar esas risas teatrales, no dejéis de sintonizarlos en RAC 1.

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