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Arafat afirma que Israel emplea un gas desconocido que afecta al sistema nervioso

El líder palestino muestra a la prensa a un grupo de supuestos afectados por la sustancia

El presidente Arafat muestra un preocupado interés en lanzar un mensaje al mundo en medio de una abrupta pelea en la que militarmente no puede sino llevar la peor parte. 'Israel', asegura ante un grupo de periodistas españoles, 'emplea un gas de naturaleza desconocida que afecta al sistema nervioso y que tiene efectos parecidos a las bombas de uranio empobrecido' -en la traducción del árabe no queda claro si el uranio va a más o a menos-. 'Ya se lo he dicho a Moratinos (Miguel Ángel, representante de la Unión Europea en Oriente Próximo), a quien he visto aquí mismo hace dos horas. Pido a España, a la UE y al mundo ayuda para identificar esa sustancia y hallarle un antídoto'.

Ese 'aquí mismo', es un despacho de maderas inocuas y larga mesa rectangular en el centro. Al rais le rodean no menos de seis ayudantes que parece que le filtran el mundo para que le llegue con la mayor delicadeza.

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Por la mañana, los periodistas habíamos sido llevados a un hospital, desvencijada casona con relente de oficina de los pasos perdidos, donde vimos algunos de los afectados por el misterioso gas que prorrumpían súbitamente en terribles gemidos de altísima graduación sonora, ante la impotencia de la medicina local.

Arafat ya habló en El Cairo con el presidente español, José María Aznar, para pedirle que transmitiese a la Unión Europea estas noticias. Cuando habla de Madrid, el líder palestino, que a la luz dudosa del despacho parece casi como una figura de cera de sí mismo, labios morado cardenalicio, cobra una nueva animación. El rais sonríe zalamero. 'Madrid fue la sede de la primera conferencia de paz y España está unida a Palestina por una especial responsabilidad moral e histórica'. En este momento, se interrumpe con moderada teatralidad porque llega el informe del Ministerio de Sanidad palestino sobre el gas hiper-neurológico.

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Mientras alerta al mundo, el líder palestino sigue extendiendo la mano al primer ministro electo de Israel, el ultra Ariel Sharon. 'Respetamos la opción del pueblo israelí. Y no olvidemos que ya hemos negociado con Sharon, que fue el segundo de Netanyahu, y con él firmamos los acuerdos de Wye River y Hebrón'.

La formación en Israel de un Gobierno de unidad nacional de la derecha nacionalista del Likud con el laborismo, le sirve incluso para una lección de geopolítica retrospectiva. 'Que Barak -el jefe de Gobierno laborista derrotado el pasado día 6- iba a seguir como ministro de Defensa ya lo dije yo antes de las elecciones. Pero negociaremos con cualquier Gobierno israelí para dar cumplimiento a las resoluciones de la ONU y a los acuerdos ya firmados'. Pero dos no negocian si uno no quiere.

El Gobierno de Yasir Arafat, que a diferencia del israelí no quiere ampliar a una coalición nacional, preocupa sin embargo a Occidente por la desenvoltura con que ha aplicado en las últimas semanas la pena de muerte al menos a dos 'colaboradores' de las fuerzas de ocupación. Arafat tiene, en cualquier caso, la conciencia tranquila. 'Yo sólo aplico las leyes israelíes que regían en el territorio. Y más aún debo hacer en tiempos de emergencia nacional con 450 palestinos muertos', hace un quiebro, '...caídos, más de 20.000 heridos y la destrucción de casi toda nuestra estructura económica'.

Como un animal antiguo que se despereza lentamente, el rais ha ido animándose. A la pregunta de las ejecuciones ha sonreído como si el periodista fuera un niño travieso al que hubiera pillado copiando en clase. 'It is an important question', musita en inglés. Echa el brazo por el respaldo del sillón y parece, por primera vez, que no escucha a su jefe de protocolo, Nabil Abu Rudaina, que tiene durante toda la entrevista un asiento de palco junto a la oreja del presidente.

La Intifada palestina ha sido, dice, el pretexto para que los israelíes hagan la vida aún más difícil a la precaria autonomía que preside desde Gaza. 'Mañana he de convocar un consejo de ministros y no sé cómo lo haremos, porque no nos dejan desplazarnos por el territorio. Yo mismo he tenido dificultades para volver de Turquía'. Pero, la revuelta también le vale para la primicia premonitoria. 'Antes de que Sharon visitara la Explanada de las Mezquitas en septiembre [que desencadenó la protesta], yo ya había advertido de que era una locura que los judíos fueran ahí. Hay una orden de Dayan -el héroe tuerto de Israel- de 1967 que prohibía a los israelíes el acceso a la explanada. Le advertí a Barak de que no se hiciera ese tipo de visitas. El mismo Clinton anuló una suya porque tenía que acompañarle el alcalde de Jerusalén Occidental'.

Peculiar Gobierno el de Yasir Arafat, del que su ministro de Exteriores, Faduk Kadumi, ha preferido quedarse en Túnez, por lo que, técnicamente, está en disidencia con su propio Ejecutivo, del que se sabe que no aprueba parte de la negociación última. 'Hay personas que han decidido no venir a Palestina y Faruk es una de ellas. Hay muchos como él, pero todos están bajo el manto de la OLP'. Kadumi es presidente de la dirección política palestina, es responsable de las representaciones diplomáticas en el mundo. Y antes de la formación de la Autoridad Palestina -en 1994- ya lo era. 'No es nada nuevo'.

El líder palestino, ya en su edad madura -nació en 1929-, tiene aspecto de saurio avejentado, con esos labios carnosos y el maxilar algo prognático; si acaso ha perdido algo del brillo en la mirada. Pero la saga interminable de sus enfermedades, supuestas o reales, no le impide desplegar una actividad incesante.

Yasir Arafat hablaba esta vez a Europa; pero, al igual que Sharon, sabe que, al final, todos los caminos conducen a Washington.

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