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EL CICLISMO ESPAÑOL, DE LUTO

Cada tres días muere un ciclista en las carreteras españolas

Ricardo Otxoa no es el primer ciclista profesional que muere mientras se entrena. Hace justamente siete años, el 11 de febrero de 1994, moría atropellado por un camión Antonio Martín, gran promesa del ciclismo español, de 24 años, cuando marchaba en bicicleta cerca de Madrid. Ciclistas no profesionales, globeros, como se conoce a los cicloturistas, mueren muchos más. La estadística en España, un país con escasa tradición de respeto al ciclista en la carretera y de más escasas vías exclusivas para el corredor y carriles bici, es dura: en el año 2000 murieron en las carreteras españolas más de 350 ciclistas, uno cada tres días. Y cada día, siete deportistas resultan heridos.

En competición ciclista, son 19 los muertos en el siglo en todo el mundo. El último, el español Saúl Morales, hace un año en la Vuelta a Argentina. Un año antes, en la Volta a Catalunya, murió Manuel Sanroma, también español; y hace poco más de cuatro años, José Antonio Espinosa, en un critérium en Fuenlabrada.

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Otros grandes ciclistas españoles murieron en accidente de circulación. El campurriano Alberto Fernández murió en 1984, cerca de Milagros (Burgos), y 12 años después, otra gran promesa, el murciano Mariano Rojas, al lado de Cieza, su pueblo.

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