Dar consejo a quien lo ha de menester
Los inconvenientes que encuentran habitualmente los partidos para hacer cuadrar las cuentas de las diferentes aspiraciones y las contrapuestas exigencias de los sectores sociales, las corrientes ideológicas, las sensibilidades emocionales y los grupos de interés integrantes de su clientela suelen ser explotados a tope por sus competidores, deseosos de mostrar las fisuras actuales o potenciales de las bases electorales y organizativas del adversario. El desempeño del poder ofrece más oportunidades que la orfandad de oposición para maquillar los conflictos entre las reivindicaciones resistentes a la conciliación; en todo caso, la imprecisión terminológica, la vaciedad retórica y las grandes mayúsculas son utilizadas por los dirigentes de todos los partidos para agregar las demandas de sus potenciales votantes y articular sus intereses subyacentes.
Lejos de abrir una etapa de turbulencias internas, la elección de Zapatero como secretario general del PSOE por el 35º Congreso y la renovación generacional de la cúpula socialista han pacificado considerablemente la vida interna de la organización, pese a los imprevistos cambios producidos en algunas federaciones regionales. Los sondeos de opinión favorables a Zapatero (situado ya por delante del presidente Aznar en las encuestas) y la recuperación de la intención de voto directa de los socialistas (rezagados todavía respecto a los populares) han premiado una forma responsable de hacer oposición alejada del estilo bronco y sobreactuado de la anterior legislatura. Nunca faltarán, sin embargo, motivos de desencuentro dentro de las filas socialistas eventualmente utilizables -más allá de su espesor propio- por quienes fueron derrotados en el 35º Congreso para erosionar la autoridad de Zapatero y la estabilidad de la nueva dirección: los desacuerdos territoriales en torno al Plan Hidrológico Nacional (PHN) y la conveniencia de presentar un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Extranjería son dos recientes ejemplos de ese potencial litigioso.
La contradicción entre la beligerante oposición al trasvase del Ebro adoptada por el presidente de Aragón y el voto favorable brindado al PHN por los socialistas manchegos y extremeños ha abierto una seria brecha dentro del PSOE. Con el propósito de colmatarla, Zapatero ha anunciado una enmienda a la totalidad del plan hidrológico destinada a contentar a los socialistas aragoneses sin perjudicar a sus correligionarios de Castilla-La Mancha y Extremadura, satisfechos con las inversiones prometidas por el Gobierno. En teoría no parece imposible encontrar la fórmula milagrosa: el papel aguanta cualquier cifra siempre que la fuente de los gastos no sea el Gobierno sino la oposición. También le toca al presidente aragonés, aliado esta vez con Bono, el papel de patito feo en el estanque de la Ley de Extranjería; obligado por las alianzas que le permiten completar la mayoría de gobierno, Marcelino Iglesias ha recibido el mandato del Parlamento aragonés de presentar un recurso de inconstitucionalidad contra la norma: la Ejecutiva del PSOE y su grupo parlamentario, sin embargo, se oponen a dar ese paso para evitar la judicialización de la política legislativa. El conflicto de la Ley de Extranjería podría desvanecerse si -como parece altamente probable y plenamente justificado- el Defensor del Pueblo la recurriera ante el Tribunal Constitucional.
Los portavoces del Gobierno y del PP alternan los escandalizados gestos de incredulidad ante los 'disparates' (Aznar dixit) propuestos por los socialistas desde los bancos de la oposición con las obras caritativas de misericordia -enseñar al que no sabe y dar consejo a quien lo ha de menester- orientadas a educarles para los altos destinos que el futuro les prepara como alternativa del Gobierno. En esa tarea pedagógica de asesoría gratuita destaca por méritos propios el secretario general del PP, que no pierde ocasión de lamentar los extravíos de los socialistas y de invitarles a retomar la senda del bien: raro es el día en que Javier Arenas no comparece en Televisión con expresión hipócrita, palabra meliflua, mirada huidiza y velada tristeza para lloriquear los últimos errores de Zapatero y exhortar a los socialistas a sacar fuerzas de flaqueza, abandonar las prácticas nefandas del pecado solitario y recuperar la cohesión y la unidad que les permitirá derrotar en su día al PP en las urnas.
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