Falta de confianza en la eurozona
Muchos economistas empiezan a mostrar su inquietud ante lo que consideran pasividad del Banco Central Europeo (BCE) a la hora de adecuar su política monetaria a los tiempos difíciles que, según casi todos los indicios, se aproximan al Viejo Continente. Wim Duisenberg optó de nuevo por mantener los tipos oficiales de interés del euro, haciendo caso omiso a la caída de las expectativas europeas.
El responsable del BCE sigue apostando por que el enfriamiento norteamericano no afectará sustancialmente a Europa. Lo mismo hacen los presidentes del Bundesbank, Ernst Welteke, y del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet.
Lo cierto, para los analistas más críticos, es que la marcha de la inflación en la eurozona no permite augurar un calentamiento inquietante de los precios, a pesar de la subida esperada para enero, quizás hasta el 2,7%, frente al 2,6% con que terminó 2000. A este respecto, el IPC alemán subió un 0,5% en enero, elevando la tasa interanual al 2,4%, frente al 2,2% anterior.
El BCE sigue insistiendo en calificar de preocupante que el IPC armonizado no baje del objetivo del 2%, pero en este caso puede estar subestimando los primeros síntomas de cansancio de las economías europeas. Cierto que esta semana Alemania ha sorprendido a los expertos al anunciar que los pedidos industriales aumentaron un 2,7% en diciembre respecto al mes anterior. En tasa anual, este indicador avanza así el 13,7%, frente al 7,7% de noviembre. Pero este dato puede tener sólo un valor testimonial. Otro dato más contundente, la tasa de paro, creció inesperadamente un 10% en enero, frente al 9,3% del mes anterior en (al 9,3% frente al 9,2% en términos estacionales), y despues de estar descendiendo interrumpidamente desde abril de 2000. Una prueba de que la economía germana se está enfriando.
Este escenario concuerda con los pronósticos de los expertos de los institutos económicos europeos reunidos en Euroframe. El ultimo análisis de este grupo vaticina que el parón americano limitará el crecimiento europeo hasta el 2,8% en 2001 -0,4 puntos por debajo de las previsiones de la Comisión Europea- y, aunque consideran que el euro seguirá revalorizándose frente al dólar, hasta 1,05 dólares por euro a finales de 2002, reclaman que la autoridad monetaria de Francfort acometa este año 'fuertes y rápidas' reducciones de los tipos de interés en cuanto constate que el enfriamiento norteamericano es más severo de lo esperado. Y eso que no abordan la recesión japonesa (-2,4% en tasa anual en el tercer trimestre de 2000), que debería ser otro polo de inquietud.
Estos expertos, por otra parte, esperan que el paro descienda hasta el 7,9% este año y al 7,5% en 2002, al tiempo que la inflación, debido a la remontada de los precios del petróleo -el barril vuelve a rozar los 30 dólares-, no bajará del 2,1% en 2001, aunque se situará al 1,6% en el 2002.
Y no son los únicos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) está pensando revisar a la baja sus previsiones para la eurozona para este año y en su último informe considera que el crecimiento será inferior al 3% en 2001 y 2002, frente a la previsión del 3,4% de septiembre.
El caso es que el debilitamiento de la coyuntura europea también viene a reflejarse en el sector comercial: en noviembre, el comercio al por menor en la eurozona sólo aumentó un 1,2% respecto a igual mes del año anterior, mientras que en el conjunto de los Quince esta cifra se elevó al 1,8%.
No es de extrañar, pues, que el índice de confianza empresarial descendiera 0,2 puntos en enero en la UE (hasta 103,2) y 0,3 puntos en la eurozona (hasta 103), mientras que la confianza de los consumidores del conjunto de los Quince se mantenía estable y bajaba un punto en la eurozona.
En estas condiciones, el euro sigue sin dar pie con bola y languidece en torno a 0,92 dólares. Una falta de confianza inquietante que el BCE debería ayudar a disipar antes de que sea demasiado tarde. La reciente bajada tipos de interés en el Reino Unido, en Dinamarca y en Japón es todo un síntoma.
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