Mujeres separadas

No sé qué está sucediendo con la Justicia: muchos cambios se están dando últimamente. Si de verdad desea ser equitativa con los derechos de una persona, nunca puede ser a costa de los derechos de otra. Tampoco es solución impartir justicia a medias.

Yo hablo desde mi caso: las mujeres separadas o divorciadas somos tratadas como ciudadanos de segunda clase.

No importa qué grupo político esté en este momento en el poder: el resultado es la indiferencia absoluta con la que somos tratadas. Mucho prometen, pero a la hora de la verdad no dan soluciones concretas.

Me encuentro separada desde 1993 y divorciada desde 1997. Mi ex esposo no me pasa la manutención desde hace más de ocho años, aunque en un principio pasaba cantidades esporádicas cuando a él le parecía bien. Rara vez cumplió la cantidad fijada en la sentencia. A pesar de haber puesto la correspondiente denuncia, tanto en la Policía como en el Juzgado, nunca pasó la manutención a sus tres hijos y, que a mí me conste, en el Juzgado tampoco se preocuparon de que cumpliera con la obligación de contribuir con los gastos de los hijos. El caso llegó a tal extremo que me vi obligada a recurrir al Ministerio de Justicia para poder hacer valer un derecho legal y legítimo de mis hijos menores, ya que me vi desamparada por la Ley e incluso sentí que estaban atentando contra mis derechos como ciudadana. Me pregunto: ¿dónde queda el artículo 39 del capítulo III de la Constitución española, en el se asegura la protección social, económica y jurídica de la familia, etcétera?

Siento que me han fallado en todos y cada uno de los puntos del artículo 39. A pesar de haber recurrido al Ministerio, cuatro años después, sigo en la misma situación.

En ese tiempo no pude imaginar todo lo que me quedaba por aprender. Muy disgustada, puse una demanda al Ministerio pidiendo una indemnización a cargo del Estado por error judicial. Mi sorpresa fue mayor cuando me notificaron desde el Ministerio que ellos no se sentían responsables de la falta de cumplimiento de la sentencia.

Me quedé perpleja. Fue en ese instante cuando comprendí que las mujeres separadas son ciudadanas de segunda clase en este país. Cualquier colectivo tiene unos derechos y representantes legales ante el Parlamento. Pero en el tema de las mujeres apenas si se consigue progresar. A los que les corresponde hacer que las mujeres progresen y sean tratadas como unas personas dignas nos dan, como solución a nuestros problemas, asociaciones de mujeres, delegaciones de mujeres, Instituto de la Mujer, que, con todos mis respetos, cuando las mujeres nos acercamos a dichos centros, nada o poco puedes hacer, sólo están par aconsejar u orientar, pero algo tangible, sólido, con lo que puedas hacer algo, realmente yo no lo he visto. Sinceramente, no creo que la orientación, los consejos, sirvan mucho si no hay cómo ni dónde ponerlo en práctica.

Desde estas páginas, que van a ser leídas por tantas personas de diferentes clases sociales, pido reflexión de por qué hay tantas mujeres y niños maltratados, y luego busquen soluciones viables, no hagan como hasta ahora, poner parches y, mucho menos, gasten el dinero en campañas publicitarias. La mejor campaña de publicidad es la eficacia de resolver los problemas y ganarse la confianza de las mujeres.-