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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Solana, en Belgrado

La presencia de Javier Solana ayer en Belgrado es un signo de normalización. Dijo haber ido 'no a provocar', sino a contribuir a dar una 'perspectiva europea' a ese país, que sale de una larga dictadura. Sin esconder sus emociones, el que fuera el más alto responsable político de la OTAN durante los bombardeos de la capital serbia hace 18 meses, viajó a Belgrado en su actual condición de mister Pesc, en compañía de una troika comunitaria que llevó un mensaje básico a los nuevos dirigentes de Belgrado: miren hacia Europa.

Para muchos de los serbios, incluso los castigados por el anterior régimen, debió ser un duro trago la presencia de Solana. El propio presidente democrático, Vojislav Kostunica, rehúsa reconocer que la acción de la OTAN tuvo algo que ver en la posterior caída del régimen de Milosevic. Sería conveniente que los serbios empezaran a revisar su propio pasado y miraran hacia un futuro en Europa. La entrada en la UE es un objetivo estratégico para el primer ministro, Zoran Djindjic, que recibió a la delegación comunitaria sin las reservas mentales del más nacionalista Kostunica.

Dadas las dificultades de la transición, quizá sea pronto para exigir desde el exterior la inmediata entrega de Milosevic y algunos de sus sicarios al Tribunal de La Haya, pero el empeño debe mantenerse. Resulta ignominioso que Milosevic pueda moverse libremente en Serbia. Las anunciadas intenciones de reformar la Constitución para permitir una nueva ley de extradición que pueda aplicarse a Milosevic y a otros criminales, así como la amnistía al medio millar de albanokosovares detenidos en 1999, son pasos en la buena dirección.

El Gobierno democrático sabe que mientras Milosevic no sea juzgado y condenado, en La Haya o en Belgrado, la transición se empantanará y la ayuda exterior no fluirá plenamente hacia Yugoslavia. De hecho, EE UU condicionará a partir del 1 de abril su ayuda a la cooperación de Belgrado con el tribunal. La UE actúa de forma más constructiva. Ya ha liberado el primer paquete de 200 millones de euros para la reconstrucción y pronto lo hará con el segundo. Belgrado busca, además, la ayuda financiera de la UE para desarrollar el sur de Serbia, y especialmente la zona de Presevo -limítrofe con Kosovo-, donde reina la violencia, y podrían desplegarse monitores europeos a petición de Kostunica. La UE defiende de momento la integridad territorial de Yugoslavia, sin la cual la estabilidad en la zona peligraría, aunque habrán de buscarse nuevas formas de convivencia entre Serbia, Montenegro y Kosovo, y con los Estados vecinos.

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