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Crítica:LA CRÓNICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'La Llumanera de Nova York'

Ahora que la Generalitat prepara un desembarco masivo de catalanes en Nueva York, con motivo de una semana cultural que se celebrará del 25 al 28 de este mes en Manhattan, vale la pena recordar la aventura de La Llumanera de Nova York, un semanario en catalán que se publicó allí hace ya más de cien años, entre 1874 y 1881. La iniciativa de publicar La Llumanera partió de Artur Cuyàs, un comerciante lletraferit nacido en Barcelona en 1845 que tenía un negocio de hostelería en la ciudad norteamericana. Las ilustraciones eran de Felip Cusachs, dibujante del Daily Graphic, y en sus páginas se alternaban, en un cóctel un tanto caótico y divertido, las noticias de América con las de Cataluña. No hace falta decir que estas últimas estaban bañadas de nostalgia y que no faltaban los dibujos de Montserrat y de otros paisajes catalanes. En 1987, gracias al entusiasmo del poeta Lluís Urpinell, las Edicions Anglo-Catalanes la reeditaron en facsímile, y ahora que la Generalitat prepara ese desembarco cultural, es un buen momento para repasar el contenido de sus páginas.

La Generalitat lleva a finales de mes un amplio programa de cultura a Nueva York. 'La Llumanera' la precedió

En el primer número, con fecha de noviembre de 1874, los redactores de La Llumanera ya sitúan en su discreto contexto y en un catalán prefabriano la realidad de la comunidad catalana de Nueva York: 'Sí, los catalans que viuen á Nova York son quatre gats al costat de las colonias irlandesa, alemanya, austriaca, holandesa, francesa, italiana, grega, suissa, russa, etc..., peró son quatre gats que no se la deixan passar la cua per la cara en materia de representació y valor individual'. Pues eso, cuatro gatos, pero con carácter. En este mismo número se da la noticia de que en Barcelona se está construyendo el mercado del Born y se publica un poema traducido al catalán de Lord Byron. La portada, que no tiene desperdicio, consiste en un dibujo de Cusachs en el que se ve nada menos que al 'Oncle Sam' enfrentado al 'Senyó Ambrós', un catalán, con barretina, espardenyes y La Llumanera en la mano. El diálogo dice así:

-Oncle Sam: ¿Quin dimoni de llengua es aqueixa?

-Senyó Ambrós: Catalá, home, ¿que no ho coneix?

-Oncle Sam: ¡Catalá! ¿Y que es axó?

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-Senyó Ambrós: ¡Com, axó! Parle amb respecte, que es la llengua universal.

-Oncle Sam: No, home, la llengua universal es lo inglés, puix se parla en la Inglaterra, los Estats Units, la India, la Australia y part del Africa, só es las cinch parts del món.

-Senyó Ambrós: Fugi d'aquí. ¿Que'm vol pintar San Cristófol nano, vosté? Diguem: ¿se publica á Espanya cap periódich en inglés?

-Oncle Sam: No, senyó.

-Senyó Ambrós: Doncs aquí en té un en catalá que's publica á Nova York.

No está nada mal, para empezar, aunque se supone que la embajada catalana de finales de mes tendrá que ir bastante más discreta con el Oncle Sam. Y es que, entre otras cosas, lo del inglés como lengua universal ya está más que demostrado.

Una sección que los embajadores catalanes en la gran ciudad también deben tener en cuenta es la titulada Un viatje als Estats Units, firmada por Lo Pampol y dirigida 'a un Joan qualsevol'. En ella se explica cómo es el país y cómo conviene comportarse. 'Me preguntas que's lo que hi ha á Nova York digne de veurers', leemos en uno de los primeros números. 'Molt poca cosa. Si has estat a Londres o a París, no trobarás aquí gayre que admirar. Aquesta ciutat es tan nova que apenas té historia, y per lo tant no hi busquis monuments'.

No puede negarse que la ciudad ha cambiado por lo menos un poquito en más de cien años. Si antes lo que podía verse era 'molt poca cosa', ahora hay algún que otro museo interesante. Claro que, según cifras de La Llumanera, en 1870 vivían en Nueva York tan sólo 942.292 habitantes. Los tiempos han cambiado, sin duda.

Lo que no ha cambiado, sin embargo, es esta sensación que uno tiene en Nueva York de encontrarse con la bandera americana por todas partes. Dice nuestro querido Lo Pampol: 'La bandera americana la veurás per tot arreu. Jo crec que si'ls yankis gosessin la farian servir fins de llensols y tovallola. Bó es lo patriotisme, pero axó de prostituhir la bandera d'aquest modo es un patriotisme mal entés'.

Los anuncios de La Llumanera tampoco tienen desperdicio. Los hay de las famosas escopetas Remington, de jamones, de hoteles regentados por españoles y hasta de una 'Fusteria Catalana'. La casa Devlin and Co., ubicada en Brooadway con Grand Street, anuncia un 'gran surtit de tota classe de abrichs'. Y añade: 'Apenas ve un foraster á Nova York, que no se proveheixca de roba en aquesta sastreria. Hi ha un empleat que parla castellá y entén lo catalá'.

No faltan en algunos casos las posiciones beligerantes, como la expresada en una carta firmada con el prudente seudónimo 'No Corris', que apuntaba que había que darles caña a 'los tanocas de los yankis'. 'Es tracta nada ménus que de fer veure als estaquirots dels yankis que la llum de casa és capás d'enlluernarlos!', decía. 'Ja me sembla quels veig, los tanocas, mirar tots esparverats La Llumanera (...). ¡Pobrichs! Ells ques pensaven que en sabent l'inglís manglis ja'n tenian prou...'.

La prueba definitiva de que han pasado más de cien años la tenemos en las palabras pronunciadas recientemente por el consejero de Cultura, Jordi Vilajoana, quien afirmó que se conforma con sacar 'aunque sean tres líneas en The New York Times'. Los tiempos han cambiado, sin duda.

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