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Reportaje:

Un ídolo en apuros

Campesinos marroquíes protestan por las valiosas tierras que Mohamed VI regaló al atleta Hicham el Guerrouj

En los cafés de Marruecos se habla mucho estos días de Hicham el Guerrouj, pero no por su última hazaña en el mundo del atletismo. ¿Qué ha ocurrido? El otrora campeón olímpico, que ganó más medallas para Marruecos que todos los demás atletas del reino, se encuentra hoy vilipendiado, acusado de favoritismo, de aprovecharse de su nombre para enriquecerse a costa de los campesinos, de los pobres que ayer eran sus enfervorizados seguidores.

Y es que Hicham ha recibido de la providencia unas tierras, pero no heredadas de sus ancestros, como es costumbre en las tribus dueñas del Marruecos rural y profundo, sino de la SODEA, una sociedad estatal que primero enajenó la propiedad de esas mismas tribus y que hoy las reparte generosamente entre amigos agraciados y otros personajes de la vida pública a los que el régimen quiere agradecer los servicios prestados.

El Guerrouj, que ha declarado que un regalo del rey no se puede rechazar, se encuentra entre estos agraciados. Ha recibido sin ningún esfuerzo 336 hectáreas de las mejores tierras de su región natal, Berkane, una zona agrícola que Francia ocupó justo en los lindes del paupérrimo Rif, situada a pocos kilómetros de Melilla, en el norte de Marruecos. El valor de las tierras es de cientos de millones de pesetas, una buena parte de la producción total de la sociedad en la región. Dos sencillas firmas permitirán al campeón olímpico construirse una jubilación anticipada en una granja envidiada por las mejores multinacionales de la agroindustria. Pero dos firmas que han levantado polémicas. La primera, ya se ha hecho, ha sido de la propia sociedad SODEA, un organismo al servicio del poder que hace lo que le mandan. La segunda, en cambio, le va a ser más difícil al atleta, y esta vez es probable que no llegue al final de su carrera. El Ministerio de Finanzas, que dirige el socialista Fathallah Ualalu, brazo derecho del jefe de Gobierno, Abderramán Yusufi, no le ha dado aún el visto bueno. Y sin su firma no habrá transferencia de la propiedad.

La reacción popular, tanto en Berkane como a nivel nacional, ha sido el detonante de la polémica. Los sindicatos, en particular la vieja central Unión Marroquí de los Trabajadores (UMT), han reaccionado en contra de la cesión de las tierras. 'Habrá miles de perjudicados', dicen, 'comenzando por los propios agricultores de la región, a los que les cuesta agrios sudores recoger la cosecha'.

La prensa, cada día un poco más libre en este país, se ha hecho eco de la protesta popular y ha criticado la iniciativa. Lo que hace diez años hubiera pasado no sólo inadvertido, sino que incluso hubiera sido aclamado por el público entusiasta del campeón, hoy ya no se acepta.

Algunos dicen que El Guerrouj en realidad venía cayendo en desgracia en los últimos años precisamente por las extrañas amistades anudadas en su larga vida de campeón olímpico. De hecho, uno de sus mejores valedores, el entonces presidente del Comité Olímpico Marroquí, hoy ha caído también en desgracia. Se trataba del jefe de seguridad personal del finado rey Hassan II, El Hadj Mediuri. Pero en aquella época, dicen incluso sus detractores de hoy, todos tenían que tener algún padrino bien colocado.

Caído el padrino, caído el ahijado, dicen. Aunque también es verdad que los vientos de la reforma han llegado a la médula del viejo sistema feudal. La SODEA parece estar en el ojo del huracán que sacude a las viejas instituciones. Después del escándalo que han provocado el Crédito Inmobiliario, la Caja Agrícola, la Caja de Seguridad Social y la Sociedad de Transportes, de donde han desaparecido miles de millones de pesetas evaporados en manos de unos pocos privilegiados, el turno ha llegado a la sociedad de gestión agrícola. Ante la crisis que venía sufriendo -falta de competitividad, falta de mercados- había sólo dos alternativas: dar la tierra a los amigos de siempre o entregarla a los agricultores. Han intentado la primera solución, y el pueblo se ha echado a la calle. Algunos dicen que la imagen de los moscovitas derribando la estatua del fundador del KGB en Moscú es la de los berkanies derribando, simbólicamente, claro, la del gran campeón Hicham.

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