Los bomberos piden a la compañía una llave maestra para abrir los aparatos
El técnico que liberó ayer el dedo corazón de Raul Chamorro, a las tres y media de la madrugada, se tuvo que desplazar desde Alcorcón, donde vive, hasta la plaza del Dos de Mayo. No era la primera vez que lo hacía. Cuando llegó ayer de madrugada al barrio de Malasaña, aseguró que era la tercera vez en un solo año que tenía que solucionar un caso similar a éste.
Él fue también quien liberó, el 18 de febrero del año pasado, la mano de Omar A., de 28 años, de otro teléfono público situado en la calle de Bravo Murillo esquina con la glorieta de Cuatro Caminos. Aquel suceso se produjo a las 22.40 de la noche y el técnico lo solucionó tres horas después. Posteriormente, el 28 de julio, otro ciudadano se quedó con la mano atrapada en una cabina ubicada en el paseo de las Delicias. Este mismo técnico fue el encargado de acudir al rescate.
Telefónica utiliza un sistema de seguridad en las cabinas situadas en la calle para evitar el vandalismo y el robo de monedas. El sistema detecta cualquier cuerpo extraño que se introduzca por la ranura de la devolución de monedas. Si esto sucede, una trampilla se cierra y atrapa al intruso. Los bomberos que fueron a ayudar a Raúl le explicaron que ya han solicitado a Telefónica una llave maestra, la misma que portan los técnicos de la compañía, 'pero aún no les han contestado', explicó Raúl.
El jefe de bomberos que se desplazó al lugar para rescatar a Raúl, señaló a EL PAÍS: 'Al cortar la chapa por detrás del aparato con un soplete, se utilizó un método puro y duro para intentar liberarle, pero está claro que resultó inútil y que hacía falta una llave maestra'.
El mismo jefe de bomberos indicó posteriormente que era necesario 'agilizar la coordinacion entre los bomberos y la compañía Telefónica para solucionar casos como éste'.
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