La nueva actividad de Aznar
El presidente del Gobierno ocupa directamente parte del espacio que antes controlaba Rodrigo Rato
El presidente del Gobierno, José María Aznar, interviene ahora más directamente en temas relacionados con la marcha de la economía del país de lo que lo hizo en la legislatura anterior, cuando ese papel correspondía al entonces vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato.
En esta nueva etapa, Rato ha perdido la competencia de Hacienda y ha pasado a un segundo plano. Su pérdida de calado dentro del Gabinete no ha sido, sin embargo, recogida o traspasada a ningún otro ministro en particular, lo que hace que sea el propio José María Aznar quien ocupe ese espacio libre. El presidente del Gobierno se encuentra así en primera fila de algunos temas de política financiera, empresarial, laboral o económica en los que antes no estaba tan vinculado, al menos públicamente.
Personas próximas a Aznar aseguran que no es nuevo que se dedique a cuestiones relacionadas con la economía y el mercado laboral. Según afirman, el presidente del Gobierno lleva semanas comentando a sus ministros y dirigentes del partido que, igual que en la primera legislatura existió un objetivo económico y político prioritario, la incorporación de España al euro, en esta segunda etapa el objetivo debe ser ir 'del euro al pleno empleo' y lo que llama la legislatura de la cohesión. Son dos expresiones, o lemas, que desea que se incorporen al lenguaje político de la temporada.Prácticamente todo el mundo dentro del PP acepta que la diferencia con respecto a la legislatura anterior es que no existe una persona encargada directamente de hacer cumplir esos nuevos objetivos. Entonces todo el mundo sabía que Rodrigo Rato tenía 'prioridad'. Hoy, el vicepresidente segundo ha perdido peso y no está, ni mucho menos, tan presente, sin que se conozcan las razones de este enfriamiento, ni tan siquiera si se debe a problemas momentáneos de Rato o si se trata de una redistribución de poder interno entre los populares.
En cualquier caso, la sordina a la que se encuentra sometido el vicepresidente segundo es cada vez más patente. En estos días ha resultado todavía más llamativa porque la mayoría de sus homólogos europeos han salido a la palestra para explicar sus posiciones frente a la situación de Estados Unidos y a la ralentización del crecimiento económico de Europa en su conjunto y de sus respectivos países en particular. La presencia, nacional e internacional, del ministro de Economía español ha sido muy inferior a la de Laurent Fabius en Francia, Hans Eichel en Alemania o, incluso, Vicenzo Visco en Italia.
Curiosamente, la actividad más significativa de Rato estos días ha sido firmar, junto al ministro finlandés de Economía, Sauli Niinistö, una carta dirigida a la presidencia de la Unión Europea proponiendo, entre otras cosas, que se establezcan reglas para coordinar las políticas presupuestarias de los países del euro, algo que, en teoría, ya no es competencia suya, sino de Cristóbal Montoro.
La presencia de Rato esta semana en el Parlamento para dar cuenta del visto bueno del Gobierno a la fusión Endesa-Iberdrola (supervisada directamente por el presidente) y para explicar el Plan de Estabilidad pueden ayudar a recomponer algo su pérdida de presencia pública. Pero volver a tener un peso político equivalente al de la pasada legislatura depende exclusivamente de la voluntad del presidente Aznar de desalojar parte del espacio que ahora ocupa.
El problema para La Moncloa es que la situación económica, y sobre todo los registros del desempleo, se pueden endurecer en los próximos meses y afectar a la imagen del propio presidente. Las nuevas cifras de paro registrado, que aumentó en enero en 64.000 personas, en todos los sectores productivos y en todas las comunidades autónomas, parecen indicar que el ritmo de creación de empleo se está enfriando de una forma mucho más rápida de lo previsto.
La falta de pulso político que se ha venido achacando al Gobierno en otros campos sería mucho más grave si se trasladara también al campo económico, en un momento en que empiezan a aparecer signos preocupantes que exigen delicadeza y acierto.
Aznar considera que esa imagen de atonía puede romperse con la firma de un acuerdo entre sindicatos y patronal para la reforma del mercado de trabajo, y por eso está presionando para que se firme antes de que finalice este mes de febrero, pero muchos expertos consideran que esa iniciativa no será suficiente y que el equipo económico del Gobierno debería estar ya coordinando nuevas cifras y explorando nuevas posibilidades.
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