Schröder y Chirac intentan reanimar el eje París-Berlín
El canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente francés, Jacques Chirac, intentaron anoche fijar unas nuevas bases para rehacer sus maltrechas relaciones y lograr que el eje franco-alemán recupere su fuerza como motor de la Unión Europea. Ambos líderes, acompañados de sus respectivos ministros de Exteriores, cenaron en una pequeña localidad próxima a Estrasburgo, con el objetivo central de restañar las heridas sufridas en la cumbre europea de diciembre en Niza, donde Alemania logró constituirse en el país con mayor peso en la UE pese a la oposición de Francia.
'Ambas partes son conscientes de que deben marchar juntas para que la UE alcance una velocidad adecuada con el motor franco-alemán', opinaba ayer un alto cargo de la Comisión Europea. Desde el Ejecutivo europeo, se observa con enorme interés la reunión entre ambos líderes, en un momento en el que Bruselas ha lanzado ya el debate sobre el futuro de la UE.
Para Schröder y su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, las relaciones entre París y Berlín deben estar basadas más en el futuro que en el pasado. Pero es ese pasado, con la II Guerra Mundial de fondo, el que sigue pesando en algunos líderes franceses, como el propio Chirac, quien hizo referencias a ese conflicto durante la cumbre de Niza. Para el presidente francés, la creación de la UE tuvo como eje fundamental la igualdad de peso y poder entre Berlín y París. Para los actuales dirigentes alemanes, en cambio, el número de habitantes de los dos países (81 millones en Alemania frente a los 59 en Francia) es el factor determinante por el que Berlín debe tener mayor poder en el Consejo de Ministros de la UE, como así lo aprobaron los líderes europeos en Niza.
Pero las heridas de Niza no son hoy las únicas diferencias existentes entre Schröder y Chirac. Así, tanto el canciller como su ministro de Exteriores han reiterado este mismo mes, como lo habían hecho el año pasado, sus apuestas por una UE de carácter federal y por una Constitución común para la UE. Los dirigentes franceses, por el contrario, apenas están participando en el debate sobre el futuro de Europa, pero insisten en el peso que deberán tener los Estados frente a las instituciones.
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