Leyes y tradiciones
Me gustaría aclarar algunos puntos a todas las personas que se han manifestado en contra de la prohibición de las rifas de cerdos en Vitoria, Bilbao y otras localidades.
Hoy día, en Euskadi, hay prácticas lesivas para los animales que son legales y hay otras que son ilegales. Desgraciadamente, las corridas de toros o la cría intensiva de animales de abasto, que generan un gran sufrimiento a sus víctimas, son perfectamente legales en nuestro país. Sin embargo, la rifa de animales vivos está terminantemente prohibida en la ley de Protección de los Animales. Espero que llegue un día en que todo tipo de maltrato y de abuso injustificado hacia los animales no humanos quede fuera de la ley pero, mientras tanto, habrá que utilizar las normas que están vigentes. Y espero también que todas las personas que han reconocido que las corridas de toros son un maltrato y que son peores que la rifa del cerdo, sean consecuentes y se manifiesten públicamente contra la tauromaquia.
Cuando existe un conflicto entre tradición y legalidad, entiendo que lo que prevalecer es la ley. Si aceptamos que hay que tolerar prácticas ilegales porque son tradicionales, también podríamos aceptar los castigos públicos, la pena de muerte, el ojo por ojo o el derecho de pernada. Por otra parte, el hecho de que algo sea tradicional, no quiere decir que sea bueno, máxime cuando hay víctimas que sufren. Si justificamos algunas cosas en nombre de la tradición, no podemos pedir que prácticas como la mutilación genital femenina -muy tradicional en muchos países- desaparezcan.
Si las propias instituciones no cumplen las leyes ¿cómo pretenden que los ciudadanos las cumplan? El Ayuntamiento de Vitoria tendrá que explicarme por qué yo no puedo aparcar en doble fila o por qué tengo que pagar las tasas municipales, si él mismo incumple las leyes, desoye las recomendaciones del Ararteko y hace caso omiso de los requerimiento del Gobierno vasco, que se ha limitado a cumplir con su obligación.
Hay mucha gente que dice que el cerdo de San Antón no sufre y que se lo pasa pipa. Entonces, ¿por qué no se animan ellos a ponerse en su lugar; o sea, a que los saquen a la fuerza de su casa, los enjaulen, los exhiban y paseen por toda la ciudad y al final los maten para hacer morcillas, chorizos y jamones? Por favor, dejemos de frivolizar con el sufrimiento ajeno.
El cerdo es uno de los animales peor tratados en nuestra sociedad. Ejercemos contra miles de cerdos inocentes e indefensos una violencia unilateral, en un burdo abuso de poder en el que la víctima no puede reclamar sus derechos y, encima, nos reímos de ella.
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