Dejad toda esperanza
Latinoamérica es una región que conserva muchos decires; mas -¡ay!- poco dinero. Por ejemplo: 'Ni raja ni presta el hacha' es la expresión sagaz que se utiliza para designar la condición inicua de quien, teniendo prósperos campos, deja pudrir las cosechas en lugar de permitir que los demás trabajen en ellas. Otro dicho usual es el que -por ocasión de una resolución inmoderada- prescribe que no se debe uno valer 'ni de tanto que queme al santo, ni de tan poco que no lo alumbre'. Aunque sé bien que sobra la glosa, quiero decir que esta frase se puede esgrimir de buen modo para hacer ver al castizo que es de igual daño que todo peregrino entre a placer en su pueblo, como lo es que los que ya estuvieren allí sean forzados a vivir con los cerdos.
Pero no sólo Latinoamérica conserva citas: para poner unos ejemplos europeos, diré que yo me sé algo de la historia de unos (ecuatorianos) que -como Cortés hizo en México, con elogiada intención inmigratoria- han quemado sus naves, y que hoy tienen que exhibir 'hombros atlánteos, propios a soportar el peso de las más potentes monarquías'.
Los que digo no notaron, con total seguridad, que a la entrada de la muy católica España pende un dantesco rótulo que anuncia: '¡Oh, los que entráis!, dejad toda esperanza'.-
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