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Columna
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Izquierdas

Los responsables de la Fe de Errores de EL PAÍS ponen las cosas en su sitio al desvelar que una columna sobre izquierdas a mí atribuida era en realidad de Félix de Azúa, un veterano novísimo, como yo, pero más nietzscheano. Durante la misma semana, Gil Calvo publica un excelente artículo de opinión sobre las izquierdas posibles e imposibles y Julio Anguita proclama la III República en Andalucía. A poco que al PP le salgan mal las cosas, esto se anima. El Gobierno trata de salir del enero negro en pos del febrero gris y publica los resultados de las encuestas del CIS fechadas en diciembre, que le son favorables porque una leve mayoría del pueblo español se confiesa, por fin, racista y ha devuelto su confianza a la política; es decir, al Gobierno.

Desde que se recogieron los datos de esa encuesta hasta ahora han reaparecido las vacas locas, los enfrentamientos entre el poder ejecutivo y el judicial, el cachondeo sobre el submarino nuclear averiado en Gibraltar, la inflación, leucemias kosovares, la rebelión de los trabajadores inmigrantes a punto de pasar por la guillotina de la nueva Ley de Extranjería y una variada gama de ruidos que interrumpen la barcarola vivida por el PP a lo largo de sus primeros cuatro años triunfales. Han sido estos elementos conflictivos los que han estimulado el deshibernar la idea de la izquierda, sobre todo si se confirma que la propuesta de una revolución de derechas es un contrasentido.

Vueltos los ojos de nuevo, pues, a la resurrección de la izquierda, habría que establecer un orden de exigencias por cuanto le corresponde a la izquierda políticamente correcta salir de su largo sueño y decir algo interesante que no se parezca al idearium de Mariano Rajoy exhibido ante Pedrito Ruiz: hasta ahora, el más claro discurso ideológico de la derecha revolucionaria española. Es difícil, pero no imposible, que el PSOE desencante sus pulsiones izquierdistas y escuche el vocerío extramuros que emiten los nuevos rebeldes primitivos.

A Izquierda Unida, el izquierdismo se le supone como el valor a los militares, y las izquierdas extramuros arremeten contra la democracia de papá y contra la Teología de la Globalización. Presiento que estamos abocados a la famosa lucha final. Salud, camaradas.

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