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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Seísmo en India

El terremoto que ha asolado Gujarat acabará siendo, previsiblemente, uno de los más mortíferos de que se tiene noticia. A las 20.000 víctimas actuales, ya admitidas, habrá que sumar decenas de miles más que permanecen bajo los escombros, sobre todo en la ciudad de Bhuj, junto al mar de Omán. Los funcionarios abandonan progresivamente la idea de facilitar un número aproximado de muertos, en el convencimiento de que los próximos días y semanas harán baldíos sus esfuerzos estadísticos de hoy. El dato fehaciente es que el titánico seísmo, de fuerza 7,9 en la escala de Richter, es el peor sufrido por India en 50 años, o quizá 100. Uno de igual potencia que sacudió China, Tangshan, en 1976 mató a alrededor de 250.000 personas.

Una vez más, la magnitud épica de las consecuencias tiene que ver no sólo con la devastadora energía liberada por el temblor, sino con el hecho de producirse en una zona superpoblada y pobre, donde la calidad de las edificaciones está a años luz de los requerimientos exigibles en los países desarrollados. India rebasa ya los mil millones de habitantes y es, después de China, el país más poblado de la Tierra. Revienta por sus costuras. Carreteras, ciudades, viviendas, calles, agua son insuficientes para albergar y sustentar su imparable explosión de vida. Y eso la hace mucho más vulnerable es caso de catástrofe natural.

Gujarat, el Estado más occidental del país, con más habitantes que España, es una de sus regiones más industrializadas. Quiere decirse que con el tiempo y la ayuda del Gobierno de Delhi será probablemente capaz de reconstruir las infraestructuras ahora arrasadas. Pero India carece de la tecnología y los expertos necesarios para combatir las consecuencias inmediatas de un seísmo de esta envergadura. Y aunque su Fuerza Aérea ha emprendido la operación de auxilio mayor de su historia y el Ejército ha desplazado a la zona miles de efectivos y maquinaria pesada, faltan hospitales, médicos, medicinas, agua potable. Y también esos refinados elementos técnicos -sensores térmicos, detectores de movimiento o minicámaras capaces de indagar entre los escombros- imprescindibles para conseguir rescatar a personas sepultadas.

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Por encima de todo, ese rincón de India precisa ahora de la solidaridad urgente y generosa del resto del mundo. De una oleada de aliento y recursos de las instituciones financieras internacionales y de la gente corriente, que sirva a la vez para aliviar a los centenares de miles de personas que lo han perdido todo y para recomponer lo esencial del paisaje que habitaban hasta el viernes.

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