'Hoy se lee más, pero se lee mucha porquería, mucha novela mala'
Rafael Soto Vergés (Cádiz, 1936) sigue cultivando su pasión por los pueblos y las estampas bucólicas. Es la pasión de un hombre comprometido con las letras que, a pesar de trasladarse hace años a Madrid, siempre ha sabido que la esencia y las raíces están en el pueblo. Soto Vergés, cuya obra suele aparecer respaldada por la crítica y los premios, atribuye efectos terapéuticos al oficio de escribir y al placer de leer. Eso le lleva a resumir su vocación por la poesía confesando que escribe para no volverse loco.
Pregunta. ¿De dónde proviene su vocación por lo bucólico?
Respuesta. Yo nací en Cádiz y la niñez y la adolescencia las pasé veraneando en Bornos, en la sierra gaditana, donde me encontraba con la naturaleza y la libertad. A partir de ahí, idealicé mucho el campo y eso me hizo, casi sin darme cuenta, convertirme en un buen receptor de su léxico.
P. Parece que, después de años en los que la ciudad fue la meta, el pueblo vuelve a cobrar importancia.
R. Yo abandoné Cádiz movido por mi vocación poética. Llegué a Madrid pensando que tendría más posibilidades, con la idea de un libro que escribí en dos meses y que obtuvo el premio Adonais. Mi huida de Cádiz creo que responde a lo mismo que les pasó a muchas personas. Hoy día la saturación tecnológica, la desnaturalización, el deterioro de las relaciones personales en las grandes ciudades, está provocando que la gente tienda a volver hacia lo natural.
P. ¿Cree que los pueblos han sido traicionados?
R. Sí, hemos traicionado a los pueblos. El hombre occidental se ha creído el espejismo de la revolución industrial y las nuevas tecnologías. Hemos creído que en la ciudad se vive mejor, y eso es mentira. En las ciudades la soledad es mayor. Hay que volver al campo porque es lo que condiciona nuestro espíritu. La ciudad te obliga a someterte a ambigüedades en las que cuenta más la presencia que la esencia. La gente de los pueblos es sencilla y cultivan la esencia, aunque a veces no sepan ni lo que significa esa palabra. Además, los pueblos y los núcleos pequeños, ayudan a que no perdamos nuestras señas de identidad.
P. ¿Cómo ve la literatura actual?
R. Creo que hoy se lee más, pero peor. Se lee mucha porquería, mucha novela mala. Muchos escritores de hoy propugnan una literatura fácil y en eso tienen mucha culpa las editoriales. Hay incluso teorías que defienden que lo único que debe perseguir es el entretenimiento. En la poesía la crisis es aún mayor. La contaminación de la mala novela y la influencia de las editoriales están propugnando una poesía monosémica. Los valores expresivos del Siglo de Oro y de la Generación del 27 están en desuso, aunque en Andalucía todavía hay poetas que cultivan la imagen y hacen una poesía rica en el lenguaje.
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