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Antidroga admite la falta de plazas para toxicómanos con trastorno mental

El único piso de apoyo para pacientes de este tipo tiene una lista de espera de 24 personas

En este momento, los toxicómanos con patología dual sólo disponen de cinco plazas en la comunidad terapéutica del Batán, 22 ambulatorias en un centro de Tetuán y un único piso, regentado por la asociación Dual, con 24 personas en lista de espera para sus cuatro plazas. La Agencia abrirá este año seis camas hospitalarias.

Cabrera explica que estas seis camas para atender las crisis de los enfermos de patología dual van a concertarse con centros privados, mediante concurso público, en el primer trimestre del año. 'Ése es nuestro proyecto más inmediato, después habrá que ver si aumentamos plazas ambulatorias y en comunidades terapéuticas. El número de pisos lo ampliaremos en la medida en que las ONG nos presenten proyectos', apostilla.

Los afectados ruedan de centros de drogodependientes a psiquiátricos sin recibir un tratamiento integral

'Pero hay que decir que entre los afectados por patología dual hay una gran diversidad; no todos precisan un piso de apoyo ni una comunidad terapéutica, porque hay quienes viven en su casa y pueden seguir en ella acudiendo a tratarse', matiza. 'Ahora, cuando una de estas personas tiene una crisis, se la ingresa en la unidad hospitalaria de desintoxicación, pero creemos que no es el recurso adecuado, y por eso vamos a abrir otra unidad especializada', concluye Cabrera.

María Padrino, coordinadora del piso de Dual (91 314 32 33), el único de apoyo a toxicómanos con trastornos mentales graves, asegura que hasta ahora estos pacientes solían rodar de los centros de drogodependientes a los psiquiátricos sin recibir un tratamiento integral. 'Iban a centros de salud mental y de drogodependencias, y en cada uno les atendían profesionales distintos sin coordinarse entre sí. Ingresaban en una comunidad terapéutica, dejando en segundo plano el problema mental, o en un psiquiátrico, donde se relegaba el tratamiento de la toxicomanía', añade.

El piso abrió en agosto de 2000 con subvenciones del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (nueve millones), de la Agencia (4,5 millones, enseres y alimentos) y del Ayuntamiento de Madrid (400.000 pesetas). Su coste anual ronda los 25 millones, incluyendo el alquiler y los gastos del equipo, formado por una trabajadora social, un psicólogo y cuatro monitores que se turnan para estar siempre en la casa.

Los cuatro habitantes de la vivienda, que dedican a ella una parte de su pensión, siguen programas de metadona y tratamientos psíquicos. Julián, de 33 años, es uno de ellos. Para este vecino de Tetuán, la patología dual no es sólo un término rebuscado. Conoce bien lo que significa, porque él y dos de sus tres hermanos sufren este doble padecimiento.

Tras dos décadas de adicción 'a todo lo malo' -alcohol, heroína, tragaperras...- y más de 40 ingresos psiquiátricos, Julián está ilusionado. 'Aquí se nos da una esperanza y estoy tratando de hacerla realidad', asegura. Pero a veces sale hundido de las terapias. 'Es muy duro darte cuenta de que debes cambiar el tipo de vida que has llevado durante décadas', explica.

'Tras 20 años de andanzas tengo para escribir un libro. A veces perdía la cabeza y hacía cosas rarísimas; me acuerdo de que una temporada me dio por acercarme al palacio de la Zarzuela, porque estaba convencido de que salía con una de las infantas; no veas con qué cara me miraban los polis', recuerda este hombre.

Julián está estudiando primer curso de auxiliar administrativo y cree que podría volver a trabajar. 'Estuve nueve años de camarero y, aunque ya me ponía mucho, mantuve el curro, porque era buen profesional', añade esperanzado.

Frente a la locuacidad de Julián, José (nombre ficticio), un onubense de 42 años, permanece en silencio con aire contrito. 'Con 12 años, viviendo en un piso de Sevilla con mis hermanos, comencé a aficionarme a las anfetaminas, que entonces se tomaban para estudiar. Pronto empecé a necesitar un bote diario de 30 comprimidos', asegura.

'Pero la cosa se desmadró cuando hice la mili en la Guardia Civil. Empecé a probar otras drogas y, como tenía fácil acceso a las armas, comencé a cometer atracos para costear el descontrol de vida que llevaba', continúa. Su loca carrera acabó en 18 años de prisión.

'Hace unos meses, mientras vivía en un albergue, me hablaron de este piso y me incorporé a él en noviembre', añade. Sus frecuentes depresiones le han llevado a intentar suicidarse. 'Aquí tengo un espacio adecuado para intentar superar mis problemas y he empezado a estudiar informática. Pero encuentro una lógica aplastante para no querer seguir viviendo. ¿Que por qué? Hombre, tengo anticuerpos, problemas de drogas... Estoy harto'.

Los cuatro compañeros de techo hacen turnos para comprar la comida, cocinar y limpiar. Padrino explica que las normas de funcionamiento se han consensuado entre los profesionales y los habitantes del piso. Hay horarios, aunque también tiempo libre, del que cada cual dispone a su modo. 'Al ser el primer piso de patología dual de toda España tenemos que aprender del día a día', apostilla Padrino, y explica que han recibido llamadas de varias comunidades autónomas interesándose por el proyecto.

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