El Foro de Davos descarta una recesión mundial por la desaceleración en EE UU
Bush y los suyos constituyen la gran ausencia en el Foro, en contraste con ediciones pasadas, que contaron con Bill Clinton, Al Gore y otros altos representantes del Gobierno de Estados Unidos. Y ello, precisamente, en un año en el que el rápido deterioro de sus indicadores y el miedo a un aterrizaje excesivamente brusco de su economía es lo que más preocupa a los centenares de políticos, empresarios y académicos reunidos en los Alpes suizos para repasar el estado del planeta. A falta de opiniones oficiales autorizadas, el Foro ha comenzado tratando de esbozar el panorama de los próximos meses y cuáles serán las repuestas del equipo de Bush.
'¿Aterrizaje suave o brusco?', se preguntó Alan Blinder, economista en Princeton y antiguo número dos de la Reserva Federal. 'Yo creo que bastante accidentado, pero probablemente no acabará en recesión, aunque existe un 33% de probabilidad de que sí lo haga'.El resto de oradores asintió. 'No esperamos una recesión mundial', resumió Kenneth Courtis, vicepresidente de Goldman Sachs para Asia y Japón. Tanto Courtis como el resto de economistas que intervinieron ayer coincidieron en que el ritmo al que crecía la economía estadounidense hasta hace unos meses era poco saludable y difícil de sostener. 'Estos próximos seis meses serán críticos', afirmó Jacob Frenkel, de Merrill Lynch. 'Veo un crecimiento menor, pero crecimiento al fin y al cabo'.
Optimismo olvidado
Sin embargo, eso no es lo que se dijo aquí el año pasado. Entonces, el optimismo fue desbordante y generalizado, y los asistentes proclamaron sin mucho recato que Internet, el fuerte crecimiento económico en Estados Unidos y la exuberancia de las bolsas prácticamente abrían una nueva era de prosperidad mundial.
Pero en menos de un año, los mercados de valores han trotado alegremente cuesta abajo, especialmente los títulos asociados a la nueva economía, numerosas empresas de Internet han echado el cierre y EE UU está viviendo un fuerte enfriamiento de su economía, que amenaza con arrastrar a la recesión al resto del mundo.
No es lo único que ha cambiado a peor. Por primera vez, rollos de alambre de espino y centenares de soldados y policías dieron ayer la bienvenida a los 2.300 participantes al foro, que este año se celebra bajo el lema 'Mantener el crecimiento y acortar las distancias'. La tropa ha multiplicado por cuatro sus efectivos y nutridos grupos de policías controlan los accesos por carretera y por tren a este remoto pueblecito alpino.
Todo ello, ante el temor de que un puñado de manifestantes antiglobalización consiga incorporar Davos a la lista que ya integran Praga, Melbourne, Washington o Seattle, esto es, los triunfos de los descontentos con el actual paradigma económico mundial, que lograron hacer fracasar o desbarataron seriamente otras cumbres internacionales.
Además, el Ayuntamiento de Davos y un tribunal administrativo han prohibido la manifestación prevista para mañana, justificándolo por el vandalismo del año pasado, que, sin embargo, se limitó a unos cuantos cristales rotos, dos policías heridos leves y la habitual pedriza al MacDonald's local, que siempre paga el pato en toda protesta antiglobalización.
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