'Los inmigrantes están asustadísimos con la ley y no saben qué hacer '

Hace 24 años llegó al País Vasco escapando del régimen de Pinochet y por ello, desde su presidencia de la coordinadora de ONG de ayuda al emigrante, que aglutina a 18 colectivos, siente como propio el drama del éxodo que ahora viven en España miles de inmigrantes. Rigoberto Jara (Chile, 62 años) reside en Bermeo y rechaza la legislación que entró ayer en vigor por entender que promociona la explotación.

Pregunta. ¿Qué piensa de esta ley de Extranjería?

Respuesta. Para valorarla habría que trasladarse al pasado y empezar por la primera ley de Extranjería de 1985. Posteriormente llegó la fugaz ley 4/2000, que abría ciertos caminos al inmigrante, pero que desafortunadamente, y por esas mismas razones, no tuvo aceptación desde la Administración. En este momento se nos han cerrado todas las puertas que se habían abierto y se ha vuelto a la situación del 85 con una legislación restrictiva, excluyente.

P. El rechazo es frontal.

R. Son inhumanos todos los mensajes que se mandan desde el Gobierno. Nuestros teléfonos están colapsados, la gente esta asustadísima y no sabe qué hacer. A un ecuatoriano, por ejemplo, le cuesta dos millones de pesetas el desplazamiento y el dinero que necesita para justificar que tiene medios de vida. Para conseguirlo ha hipotecado su vida y la de los familiares que quedan en su país. Las mafias agradecen esta ley, ya que les beneficia que se endurezcan las condiciones impuestas.

P. Parece inviable retornar a los países de origen para regularizar allí la situación, tal y como plantea el Gobierno.

R. Totalmente. Es una falsedad, ya que con la exención de visado se puede regularizar a la gente sin que tenga que volver a su país. Es un engaño, y hay que remitirse al pasado, cuando se enviaron a emigrantes drogados en un avión. O cuando se han dejado a los magrebíes en las bodegas de los ferries como si fueran bolsas humanas, transgrediendo leyes y convenciones internacionales.

P. ¿Cuál es la situación del País Vasco?

R. Aquí hay menos problemas por dos razones: el flujo migratorio es menor y detecto más sensibilidad en la gente vasca porque ha sufrido el exilio y la emigración. Todo el mundo tiene un pariente en Suramérica, y aquí se acepta mejor al inmigrante.

P. Las cifras oficiales hablan de 30.000 personas sin regularizar.

R. Aquí hay un problema muy serio, tanto en el Gobierno central como en el vasco. Nosotros hemos pedido que se organice en Euskadi un Observatorio permanente del inmigrante porque se necesita un estudio cuantitativo y cualitativo de la situación del flujo migratorio, que es flotante. Todas las cifras son estimativas, ya que no hay un censo serio, y sólo se basa en las personas que han solicitado regularización. Hay un gran trasfondo de gente invisible.