Sergio García se hace global
El golfista castellonense está a punto de firmar un contrato con IMG, la gran multinacional del deporte mundial
José Marquina, un amigo de la familia asentado en Miami, ha llevado desde hace unos cuantos años los asuntos golfísticos de Sergio García; Víctor García, su padre, le ha enseñado a jugar al golf y le ha entrenado y dirigido, pulido, también en sus primeros años de profesional. Sergio García ha sido un jugador con un entorno artesanal, digamos, un golfista independiente, con libertad para tomar decisiones, firmar contratos y elegir su camino. Así han sido los dos años en el circuito profesional del joven que llegó en tromba, a los 19 años, para revolucionar el golf. El tercer año, que comienza para él el próximo jueves en un campo de Scottsdale, en Arizona, será muy diferente.
IMG, la gran multinacional del golf, la empresa de Cleveland dueña de jugadores, torneos, campos y televisiones, la agencia que ha creado la imagen de Tiger Woods y de los mejores tenistas, está en estos momentos concluyendo su fichaje y, de paso, renovando su entorno. Roberto, el guatemalteco que ha actuado de secretario y compañero, el segundo de Marquina, ya ha dejado de trabajar a su servicio. Marquina mismo, en su oficina de Miami, ya no coge el teléfono ni puede informar de los planes de García; y su padre, Víctor, sigue siendo oficialmente su entrenador, pero, al mismo tiempo, sigue acariciando su deseo de jugar en los circuitos senior del golf, lo que, evidentemente, le quitaría tiempo para estar atento a las necesidades filiales. Para sustituirle no habría problema: IMG también tiene en nómina a los entrenadores más reputados.
Para los llamados independientes, aquellos golfistas que no pertenecen a su cuadra y negocian individualmente sus asuntos, IMG es un monstruo, una máquina que garantiza dinero, invitaciones y buena imagen mientras el golfista funciona; si no, el olvido. Proporciona más contratos y patrocinios, pero, como pago, se hace con el tiempo del jugador, que se ve inmerso en un programa de promociones y participaciones publicitarias. Además, es una empresa de rígidos principios. 'Es como el Opus', describe un conocedor de la empresa. 'Su primer objetivo es lograr que el jugador rompa sus vínculos con todo lo antiguo para sólo hacer oídos a sus consejos. Así, como en el caso de Tiger Woods se ha visto, forzarán, lenta pero inexorablemente, su ruptura profesional con Marquina, con su padre, con su madre, con todos'.
Cuando el fenómeno Tiger Woods inundó el mundo, su padre, el boina verde Earl, el hombre que le enseñó a jugar al golf a los tres años, era su gran publicista y consejero. IMG permitió su actuación un año, le publicó un libro y todo y luego le condenó al silencio.
Aunque el pase de Sergio García a IMG aún no es oficial, el programa de la primera parte de la temporada del golfista catellonense indica por dónde empiezan a ir, e irán, los tiros. Sergio García, miembro del circuito americano, debutará en Arizona, la semana siguiente jugará en California, después toca un salto de dos semanas en Australia (obligaciones contractuales mandan) para participar en dos torneos de segundo nivel, y después nuevo regreso a California. Cinco semanas, cinco torneos seguidos, 45.000 kilómetros de avión, dos jet lags. Un comienzo frenético que Sergio podrá aguantar, en teoría, porque sólo tiene 21 años y muchas ganas de comerse el mundo.
Cuando a José María Olazábal, el último español que ha ganado un grande (Masters de 1999) se le pregunta por qué sigue siendo de los independientes y por qué no ha entrado en IMG, donde habría ganado bastante más, el de Hondarribia responde que más que dinero, que de hecho ya gana lo suficiente para no tener tiempo para gastarlo, él busca calidad de vida y ser dueño de su tiempo y de sus decisiones. Su última elección, compartida con Miguel Ángel Jiménez, el golfista que cierra el triángulo de los grandes de España, ha sido apuntarse a disputar el circuito americano plenamente, por lo menos hasta abril. Coincidirán en Estados Unidos con García, pero no mucho. Ellos se moverán en una furgoneta de alquiler, oyendo música country y comiendo en la carretera, casi como los viejos pioneros del circuito. Sergio García, en cambio, medita hacerse con un jet en multipropiedad, la sexta parte de un avión por un aval, reembolsable, de 300 millones de pesetas, más dos millones y medio mensuales para el mantenimiento, más 400.000 pesetas por hora de vuelo, y moverse por el aire.
Mientras el circuito europeo propone un mes de febrero movido (un torneo en Suráfrica, dos en Australia, uno en Malaisia y otro en Singapur, antes de saltar a Dubai y Qatar), el desplazamiento más largo que deberán hacer Olazábal y Jiménez, aparte del vuelo Londres-Phoenix que hicieron ayer, serán los 1.300 kilómetros (en vuelo regular) entre Phienix y Monterey. Después, viva California: de Pebble Beach a La Jolla (junto a San Diego), de allí a Palm Springs para terminar en Santa Monica. 'Olazábal y Jiménez están excitadísimos, como niños con zapatos nuevos, como chicos que se van de excursión, planeándolo todo', comentan sus próximos. Y en primavera, repetirán, pero en el Este, recorriendo Florida y subiendo luego a Georgia para acabar en el Masters de Augusta. Siempre en la carretera. En coche de alquiler.
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