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Tribuna:COYUNTURA ESPAÑA
Tribuna
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Petróleo, inflación y déficit exterior

La reunión de la OPEP del pasado día 17, en la que sus miembros acordaron reducir algo más del 5% sus cuotas de producción (1,5 millones de barriles por día), ha resucitado los temores a que vuelvan a reproducirse los problemas en el mercado del petróleo y de que los precios superen de nuevo los 30 dólares por barril tipo brent, tras haber caído a unos 25 dólares en diciembre. Si esto sucediera, las consecuencias para la economía mundial, y para la española, serían muy negativas. Algunos cálculos sobre el impacto que la subida del crudo ha tenido sobre la economía española en el 2000 ilustran de ello.

Los efectos más visibles y directamente cuantificables son el deterioro del déficit comercial y el aumento de la inflación. Según los datos de Aduanas, los precios de las importaciones de energía en los diez primeros meses se duplicaron respecto a igual periodo de 1999, siendo atribuible en torno a un 80% a los precios en dólares y el resto, a la depreciación del euro. Ello acarreó un sobrecoste de la importación neta de estos productos de 1,1 billones de pesetas, que, añadiendo las previsiones para noviembre y diciembre, ascendería a 1,4 billones para el año, un 1,4% del PIB. Esto nos supone a los españoles una pérdida de poder adquisitivo o renta real por igual importe, que se revela a través de un mayor inflación. Simplificando las cosas y suponiendo que la carga se repartiera proporcionalmente, es como si a cada español nos hubieran reducido los salarios y otras rentas en un 1,4%. Así se explica el debilitamiento del consumo que se observó a lo largo del 2000, en especial en los últimos meses, y la ralentización del crecimiento del PIB que esperamos para 2001.

Lo único que podrá hacer la OPEP es adaptar sus cuotas a una situación de menor demanda y producción

Los precios del consumo aumentaron en el 2000, en media anual, 1,1% más que en 1999, lo que cabe atribuir en más de un 80% al petróleo. Cabe añadir que aún no se ha repercutido a los precios finales de los bienes y servicios la totalidad de los efectos del encarecimiento del crudo. Una cosa más, esta pérdida de poder adquisitivo no puede recuperarse mientras los precios del petróleo no vuelvan a su nivel anterior, por lo que no tienen sentido las cláusulas salariales de salvaguarda, ni la revisión de las pensiones, ni otras revisiones de precios y rentas (márgenes empresariales) en función de la inflación causada por este motivo.

Mis previsiones para 2001 son que las pérdidas del 2000 se recuperen en parte. Con un precio medio anual del barril de crudo de 23,5 dólares y un euro igual a un dólar, la factura del petróleo podría disminuir en medio billón de pesetas y la inflación media anual bajar al 2,7%, situándose en torno al 2% a final de año (contando también con la ayuda de los precios de los alimentos, hoy por las nubes).

¿Hay que cambiar las previsiones tras el acuerdo de la OPEP? En mi opinión, no. Las subidas anteriores de precios han provocado, por una parte, una flexión a la baja de la demanda de petróleo, que será más notoria en cuanto pase el invierno y se intensifique la desaceleración de la economía mundial, y por otra, un aumento de la oferta, lo que debe traducirse en una bajada del precio. Lo único que podrá hacer la OPEP es adaptar a posteriori sus cuotas oficiales a una situación de menor demanda y producción.

Ángel Leborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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