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RELEVO EN LA CASA BLANCA

Clinton cierra el 'caso Lewinsky' con el reconocimiento de que mintió bajo juramento

'El caso Lewinsky está cerrado', proclamó el fiscal Ray, instantes después de que Jake Siewert, el último portavoz de Clinton, leyera una declaración del todavía presidente. En esa declaración, Clinton aceptó que, preguntado bajo juramento sobre Lewinsky, violó 'de modo consciente' las instrucciones de la juez Susan Webber Wright y, en enero de 1998, dio 'respuestas evasivas y engañosas que impidieron la correcta administración de la justicia'. 'Algunas de mis respuestas a las preguntas sobre Lewinsky fueron falsas', añadió.

En la declaración, el hasta hoy presidente afirmó: 'He pedido perdón por mi conducta y he hecho lo que he podido por expiar mi culpa con mi familia, mi Administración y el pueblo americano. He pagado un alto precio por ello, que acepto por haber causado tanto dolor a tanta gente. Espero que mi acción de hoy ayude a a poner fin al asunto'.

Clinton no será, pues, procesado por los tribunales ordinarios por el delito que provocó su juicio y absolución en el Senado de EE UU. También escapa así al posible bochorno de tener que ser perdonado por el republicano George Bush, que hoy tomará posesión como 43 presidente del país. La declaración pública más los castigos de la multa y la imposibilidad de ejercer como abogado durante un lustro fueron su aportación al acuerdo que alcanzó in extremis con el fiscal Ray y el Colegio de Abogados de Arkansas. 'El presidente Clinton ha reconocido su responsabilidad y yo he renunciado a procesarle; que la historia sea el juez definitivo de este caso', declaró Ray.

En una última venganza, el Gobierno de Clinton despidió ayer del Pentágono a Linda Tripp, quien grabó subrepticiamente a Lewinsky y difundió el escándalo.

Tres consejos

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En la madrugada de ayer, arrebatándole hasta el último minuto el protagonismo a su sucesor, Clinton le había dado a Bush tres consejos que fueron otros tantos puyazos. El político de Arkansas exhortó al de Tejas a mantener el equilibrio presupuestario, el activismo de EE UU en política internacional y la lucha por la igualdad racial.

Siete minutos duró el último mensaje presidencial televisado de Clinton, tiempo suficiente para que se colocara medallas por el éxito económico de su presidencia y disparara con artillería pesada contra su sucesor. En el momento en que se jubila políticamente a los 54 años nadie le discute a Clinton ese historial. El político de Arkansas deja la Casa Blanca con el 65% de los norteamericanos aplaudiendo su gestión política, un porcentaje más alto que el de Ronald Reagan y el primer Bush. Pero su paso por la Casa Blanca deja un sabor agridulce a sus compatriotas, y porcentajes similares expresan su desaprobación de la persona de Clinton y el alivio por su salida de la escena.

Clinton, que hoy abandonará Washington en dirección a Nueva York, hizo tres recomendaciones a Bush. La primera, que mantenga la política de 'responsabilidad fiscal' que ha permitido a EE UU pasar de una situación de déficit presupuestario a otra de superávit. La condena del recorte de impuestos que pretende Bush no pudo ser más clara.

El segundo consejo fue de política internacional. 'América', dijo el presidente saliente, 'no puede ni debe desentenderse del mundo'. Clinton aludió explícitamente a Bosnia y Kosovo, oponiéndose al deseo de Bush de pactar con los europeos la retirada de las tropas norteamericanas en los Balcanes. El tercero fue un llamamiento a 'construir con muchos colores una sola América'.

Toma de posesión bajo la lluvia

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