Aprender a amamantar
Algunas complicaciones de la lactancia materna se deben al síndrome de la posición inadecuada
Amamantar a un recién nacido no es sólo un acto instintivo para la madre y el bebé. La lactancia materna requiere un mínimo de aprendizaje por parte de ambos. Este mecanismo de alimentación natural en todos los mamíferos, incluida la especie humana, entraña una técnica, y su uso inadecuado es responsable de las complicaciones que a menudo aparecen en la madre (hipogalactia o escasez de leche, inflamación mamaria, grietas en los pezones), así como de las consecuencias en el bebé (alimentación insuficiente, irritabilidad, pérdida de peso). El llamado síndrome de la posición inadecuada al mamar hace que muchas madres abandonen la lactancia y la sustituyan por el biberón. Sin embargo, son numerosos los estudios realizados en los últimos cinco años sobre los grandes beneficios para la madre y el bebé asociados al amamantamiento.
La Declaración de Innocenti, aprobada en 1990 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, propone como meta universal la lactancia materna exclusiva hasta los cuatro o seis meses de edad. Los datos de la OMS en Europa, sin embargo, revelan que, salvo Suecia y Finlandia, el porcentaje medio de lactancia materna exclusiva en ese periodo no supera el 16%. El principal motivo aducido por las madres para su abandono precoz es la producción insuficiente de leche (hipogalactia).
Según el pediatra Luis Ruiz Guzmán, coordinador nacional de la Iniciativa Hospitales Amigos de los Niños, la lactancia materna requiere una adecuada técnica. 'La leche inicial, pobre en grasas', explica, 'sale sin esfuerzo por la acción de la oxitocina, mientras que la extracción de la leche final, más rica en grasas y calorías, precisa de una succión adecuada. La extracción de la leche no se produce por succión al vacío, sino por movimientos peristálticos de la lengua, que aprieta hacia arriba exprimiendo los senos galactóforos, situados bajo la areola. Y para que la lengua del bebé pueda colocarse bajo la areola, la boca ha de estar muy abierta, la cara en contacto con el pecho y el pezón en la parte superior de la cavidad bucal'.
Al inicio de cada toma conviene poner el cuerpo del bebé de cara a la madre con el pezón a la altura del labio superior, para que pueda mamar con el cuello recto. Cuando el bebé, por el reflejo de búsqueda, abre bien la boca, es el momento de apretarlo firmemente contra el cuerpo de la madre. Las primeras chupadas, que estimulan la secreción de oxitocina, la hormona que favorece la salida de la leche, son rápidas y superficiales y afectan a la parte anterior de las mejillas, que están abombadas.
Cuando la leche empieza a fluir, el ritmo de succión cambia, aparecen las mamadas lentas y profundas, con pausas intercaladas, y el movimiento se centra en la parte posterior de la mandíbula hasta las orejas. Cuando el bebé ha tomado lo suficiente, suelta el pecho espontáneamente.
Para el ginecólogo José María Galán, especialista en mama del hospital de Alcántara de Cáceres, las diferencias entre la leche materna y las leches de fórmula son 'muy importantes'. Una de las más destacadas es la variabilidad.
'Mientras que la leche de fórmula siempre es igual, la de la madre varía según su alimentación y los diferentes momentos de la tetada. De este modo, el niño aprende a distinguir rápidamente los sabores. Además la leche materna posee proteínas humanas y oligoelementos de los que carece la de fórmula', explica.
A juicio de Rafael Maroto, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital Jarrio de Asturias, los beneficios de amamantar son refrendados por numerosos estudios, que sugieren que reduce en la madre el riesgo de cáncer de mama y ovario y de osteoporosis.
'Además con la lactación el pecho va recuperando de forma más fisiológica su tamaño anterior al embarazo y también la mujer va recuperando mejor su línea en general, puesto que el bebé es un gran liposuctor, que le extrae unas quinientas calorías diarias', añade.
Según el pediatra Luis Ruiz, las bondades en el niño son numerosas, al reducir el riesgo de mortalidad y de infecciones, puesto que potencia el sistema inmunológico. 'También reduce el riesgo de enfermedad alérgica', dice, 'cuando existen antecedentes familiares y de desarrollar patologías autoinmunes. Incluso algunos estudios revelan que aumenta la inteligencia. Otros trabajos, que requieren más comprobación, indican que en el niño amamantado hay menos problemas de maloclusión dental y un menor riesgo de linfomas en la infancia, así como de otras patologías en la edad adulta como esclerosis múltiple o enfermedad coronaria'.
Además, la lactancia materna crea un vínculo afectivo muy especial entre la madre y el hijo.
Leche de madre adoptiva
Una de las pruebas de que una buena lactancia se logra con una adecuada técnica es el amamantamiento en madres adoptivas. Un estudio publicado en 1981 en Journal of Tropical Pediatrics, reveló que las 240 madres adoptivas incluidas pudieron dar el pecho a sus bebés. Sólo un 1,2% pudo alimentar a su hijo los primeros meses nada más que con su leche. Un 15% necesitó suplementación con leche de fórmula durante el primer mes y un 18% durante los dos primeros meses. Y poco más de un 64% requirió suplementos durante toda la lactancia. Según el ginecólogo Rafael Maroto, para poder amamantar, además de la correcta posición del bebé, es importante que la madre esté tranquila y confiada. 'Una mujer que acaba de dar a luz y está en la clínica rodeada de visitas difícilmente podrá dar el pecho al niño como es debido. Entonces empezarán los comentarios de la suegra o de la madre sobre que no va a tener leche, que el niño no va a ganar peso, etcétera. Y de este modo empieza la hipogalactia y a veces no queda más remedio que acudir al biberón'. Estas situaciones, así como todas las de fatiga y estrés emocional, son también a menudo causa de baches de hipogalactia o disminución transitoria de la secreción láctea. Estos episodios, que aparecen sobre todo en los tres primeros meses, son secundarios igualmente al empleo de biberones intercalados en las tomas de pecho. Los primeros días tras el parto son fundamentales para que la madre adquiera confianza para amamantar a su hijo o, por el contrario, decida recurrir al biberón. En cualquier caso, según la ginecóloga Isabel Palencia de Lara, el amamantar o no es una 'elección muy personal' y está en función de múltiples factores. 'Aunque está universalmente admitido que lo mejor es la lactancia natural, de ningún modo podemos culpabilizar a una madre que no desea dar el pecho a su hijo por razones personales, laborales o de falta de ayuda', afirma. Palencia añade que la verdadera hipogalactia, por insuficiencia del tejido glandular o por déficit de la hormona prolactina que produce la leche, se da en 'menos de un 2% de las mujeres'. Las causas más importantes son el síndrome de Sheehan, por una grave hemorragia posparto que conduce a necrosis de la glándula hipófisis y cursa con una disminución de prolactina que lleva al fracaso de la lactancia; otra enfermedad endocrina es el hipotiroidismo, que también se asocia con disminución de los niveles de prolactina. Finalmente, la cirugía plástica de la mama, por tumores benignos o por razones estéticas, no tiene por qué impedir la lactancia si la técnica quirúrgica empleada evita seccionar los conductos galactóforos, los vasos y los nervios del pezón.
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