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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pospujolismo

La decisión del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, de elevar a su consejero de Economía, Artur Mas, al rango de conseller en cap, una especie de primus inter pares, equivalente al cargo de primer ministro en los países con presidente o jefe de Estado, es el primer acto formal que permite visualizar la retirada del líder nacionalista catalán. Pero es seguramente el propio Pujol quien mejor conoce la debilidad en que deja a la coalición Convergència i Unió, desgastada por más 20 años de gobierno y ya vencida con un mayor número de votos por el socialista Pasqual Maragall. Con este legado en el horizonte, Pujol no ha dudado en reforzar la figura de su hereu Mas con un nombramiento que abre 'la crisis más grave' vivida por la colición, en palabras de Duran i Lleida, el líder de Unió Democràtica, que optaba también a la sucesión y que se convierte en el máximo perjudicado.

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La decisión del presidente de la Generalitat de resolver los problemas sucesorios utilizando instrumentos institucionales ha sorprendido especialmente por la escasa disposición que ha mostrado a ceder parcelas de poder por pequeñas que fueran. El número dos histórico e indiscutido del nacionalismo catalán, Miquel Roca, abandonó hastiado ante la cerrada resistencia de Pujol, y sobre todo de su entorno familiar, a facilitar el relevo natural, lo que habría sido más seguro para los nacionalistas.

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Sorprende también el empleo de una figura política, la de conseller en cap, en vigor durante la Segunda República, pero que no figura en el Estatuto de Autonomía debido a la firme oposición de CiU. Durante los 21 años de gobierno, Pujol nunca ha considerado necesario ni conveniente delegar parte de sus funciones en otro consejero, que es lo que permite el Estatuto, por lo que resulta evidente que es una causa electoralista la que le ha inducido a rescatar esa figura.

El aspecto más imprevisible del encumbramiento de Mas es, sin duda, la apertura de una crisis sin precedentes con su socio Unió, que culminará en la ruptura o en la refundación de la coalición. Sin Pujol las cosas serán distintas. Unió ha anticipado que pretende renegociarlo todo. Ya no es cuestión de una consejería más, ya no se conforma con la representación del 25% en las instituciones. Unió exige paridad en todo: en listas electorales, instituciones y todos los organismos políticos. Duran ha perdido la primera batalla de la sucesión, pero no necesariamente la guerra.

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