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Reportaje:

Sting, REM, Beck y los brasileños triunfan en el Rock en Río

Gran ambiente y mucha mezcla de público y tendencias en un encuentro festivo y espectacular

Juan Arias

En el gigantesco festival Rock en Río, de Río de Janiero, en el que cada día se han mezclado rock, jazz, pop, samba y punki, que concluyó ayer su primera fase con un descanso hasta el jueves 18 y que terminará el domingo 21, se han visto codo con codo viejos seguidores de James Taylor y de Sting, ya de pelo gris, que habían vivido el primer festival hace 16 años, con los jovencísimos de pelo pintado de colores chillones arrebatados por la eléctrica Cassia Eller, que convirtió la platea en una gigantesca escuela de danza y gimnástica, o los espectaculares REM y el joven prodigio estadounidense Beck.

La primera noche, los miles de personas que se habían concentrado en la inmensa ciudad del rock, construida en las afueras de Río, entre la foresta y el mar, tras haber respetado con actitud casi religiosa los tres minutos de silencio para reflexionar sobre un 'mundo mejor' que las radios acompañaron con el ritmo de los latidos de un corazón, el festival comenzó animado por los dioses brasileños Milton Nascimento y Gilberto Gil, dos grandes pasiones de maduros y de jóvenes.

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La muchedumbre esperó a Sting, que (con hora y media de retraso) comenzó a las dos de la madrugada con If you love somebody. A pesar de que el público estaba agotado, y tras la danza colectiva con Daniela Mercury, todos escucharon con respeto al veterano Gordon Mathew Summer (Sting), ídolo de varias generaciones.

Pero como acontenció tambien con James Taylor, quien después de su actuación en el festival se fue a visitar la famosa escuela de samba de Salgueiro, dio la impresión de que al público del Rock en Río siguen gustándole más las viejas que las nuevas canciones de los grandes de la música, ya que fueron las canciones más conocidas de los dos genios las que consiguieron arrebatar a la platea, ya casi al alba, mucho más que las novísimas.

La actriz Giovanna Antonelli comentó, sin embargo: 'De cualquier manera, Sting sigue siendo un gran regalo para un ser humano'. Y añadió: 'Amo a Sting porque desde la época en que era líder de Police mantiene una calidad indiscutible en todas sus músicas'.

La fiebre por el festival, aunque se habla de que al final se están vendiendo menos entradas de las previstas, fue aumentando cada día, sobre todo porque los pájaros de mal agüero de la meteorología se equivocaron en sus previosiones catastróficas y en Río ha reinado día y noche un clima maravilloso de cielo azul y 35 grados de temperatura, aunque a la hora del cierre de esta edición una tormenta amenazaba descargar sobre la ciudad.

El sábado y el domingo fueron días de llenos completos, primero con los brasileños Cássia Eller, Fernanda Abreu y Barão Vermelho, después con los extranjeros, todos ellos por primera vez en Brasil, como Beck, al que se compara ya a la estrella del pop Prince, y las bandas Foo Fighters, del ecléctico instrumentista Dave Grohl (ex Nirvana), y REM, con el vocalista Michael Stipe al frente.

El domingo hubo de todo: desde Patu Fu, mezclando pop, baladas y música electrónica en la voz de Fernanda Takai, hasta Carlinhos Brown, que cantó canciones que todos conocen pero que pocos sabían que eran suyas.

Al final de la noche desfilaron los extranjeros. Papa Roach abrió con el CD Infest. El grupo inglés Oasis, con los hermanos peleones Noel e Liam Gallagher, que mezclaron algo de Beatles.

Culminó la gran sorpresa de Guns n'Roses, la banda de Axl Rose, que hacía años que no pisaba un escenario y que presentó con su nuevo grupo (completamente modificado) el disco Chinese democracy. La gente quería antes que nada verle la cara.

Toda la prensa ha destacado que este festival, tal como se está celebrando, sólo podía darse en Brasil, ya que ha sido tan ecléctico y multiétnico como el país. Tolerante hasta por parte de la policía, que está dejando a jóvenes y menos jóvenes disfrutar de los placeres de la macoña, la marihuana brasileña.

Junto a los ritmos más modernos y desencadenados, en la tienda eléctrica, un judio, un teólogo católico, un budista y una sacerdotisa del candomblé, moderados por el escritor y mago Paulo Coelho, discutieron sobre el tema Por qué las religiones acaban tantas veces siendo instrumento de violencia. Hubo tanto público y tanto entusiasmo como con los mejores rockeros.

Los brasileños no son chovinistas, pero al mismo tiempo aman profundamente su música, y esta vez no se están quejando de que los extranjeros se hayan llevado la mejor tajada. La presencia de brasileños de todas las tendencias en los mejores horarios y recompensados por el público está siendo muy bien mezclada con los grandes ídolos extranjeros, a los que un público acostumbrado al mestizaje y al pluralismo ecuménico hasta en sus genes les ha brindado generosamente dosis abundantes de cordialidad dentro y fuera del festival.

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